Mientras Javier Torres Félix se enfrenta con su pasado en los tribunales mexicanos, peleando para evadir el delito de delincuencia organizada, en Sinaloa los jueces le otorgaron el amparo de la justicia federal para que una orden de aprehensión por el homicidio de un hombre sea revertida, aunque el caso todavía no concluye y descansa en el colegiado.
Desde el penal de El Altiplano, la defensa legal del antiguo colaborador de Ismael “El Mayo” Zambada trata de demostrar que, debido a que ya fue sentenciado en Estados Unidos, la justicia mexicana debe dejarlo en libertad, aunque hayan surgido nuevas acusaciones de su paso por el cártel de Sinaloa.
Es precisamente el hijo de El Mayo, Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, quien puso contra la pared al viejo capo originario de Los Llanos del Refugio, Cosalá, en su intentona de quedar libre tras su repatriación al país, pues la PGR utilizó una declaración que dio antes de ser enviado a Chicago para fundamentar el delito de delincuencia organizada, que lo sitúa como uno de los hombres que estuvo en la segunda posición en la estructura que lidera Zambada García.
En un expediente obtenido, El Vicentillo da cuenta de cómo El Mayo y El JT iniciaron juntos en aquellos años de los 80 en la siembra de la mariguana, y cómo crecieron y prosperaron en el negocio ilícito de las drogas en Sinaloa. Aquí la historia.
LOS DOS HIJOS DEL MONTE
Javier Torres Félix e Ismael Zambada se conocieron en los años 80 en la zona serrana entre Cosalá y Culiacán; uno era de Los Llanos del Refugio y el otro de la comunidad de El Álamo, sindicatura de El Salado.
Uno era parte de la policía rural –que recibió entrenamiento especial del Ejército–, y del Mayo se sabía que era ganadero y agricultor. Todavía no se le conocía como traficante de drogas, aunque ya trabajaba en el negocio desde los 70 gracias a su cuñado, un puertorriqueño casado con su hermana mayor, doña Modesta Zambada.
La historia de estos dos “hijos del monte” no solo fue narrada al ministerio público por Torres Félix, sino también por Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, un ex militar que renunció a la milicia para convertirse en narco y un sobrino piloto del JT. Se trata las declaraciones ministeriales vertidas en el juicio que se le sigue a Javier por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
El testimonio que aportó tras su arresto en 2009 Zambada Niebla, hoy testigo protegido en Estados Unidos, fue crucial para hundir al JT.
Fue el tiempo aquel en que no había jefes claros, ni al cártel de Sinaloa se le conocía como tal. Cada familia sembraba su propia mariguana, y cada quien se encargaba de transportarla hacia la frontera.
Declaró El Vicentillo:
“En 1986 mis padres se divorciaron (Ismael y doña Rosario Niebla Cardoza), y hubo una repartición de bienes; en la organización en la que mi papá es líder llegué a conocer a algunas personas allegadas a él, ésta comenzó en Tijuana”.
Según la narración, a la muerte de los padres de los Zambada García, fue el Mayo quien se hizo cargo de la familia, integrada por seis hermanos, entre los conocidos: Modesta, Águeda, María Teresa, Vicente (asesinado en Cancún en 1995) y Jesús Reynaldo, procesado en Nueva York por narcotráfico.
“A este último sé que le dicen El Rey por ser el más chico de la familia”, contó el Vicentillo.
En los tiempos de la muerte de sus padres, narró, Ismael se dedicó por los rumbos de El Salado y Costa Rica a acarrear gente para los campos en el corte del tomate, pero ya en ese momento iniciaba a despuntar el negocio de la siembra de mariguana.
“Es cuando mi papá se empieza a ir para arriba económicamente hasta la fecha, me cuentan que sembraban en todas las rancherías de El Álamo, a 40 kilómetros al sur de Culiacán, donde está El Salado”, señaló.
Más adelante comentó que su padre conoce a Javier Torres, y “sé que esta persona le echa la mano a mi papá para que empiece a sembrar por su cuenta, en ese tiempo era la siembra de mariguana, que es como mi papá empieza”.
La carrera de Vicente
Tan pronto como las organizaciones criminales comenzaron a guerrear, tras la aprehensión del último padrino (Miguel Félix Gallardo) en 1989, los hermanos Arellano Félix se enemistaron con el Mayo, el Chapo y el Güero Palma. Todos estos grupos se compartían Tijuana para el paso de la droga. En Juárez, Amado Carrillo se convirtió en amo y señor.
En 1995 la guerra alcanza a Vicente Zambada García en Cancún, Quintana Roo, y es asesinado. El brazo ejecutor de los Arellano perseguía a todos sus enemigos.
De acuerdo con la historia del Vicentillo, su padre lo envió a vivir a Tijuana de 1987 a 1991. Ahí realizada sus estudios, y a punto de cumplir los 17 años sufrió un atentado a balazos.
“Cuando iba rumbo a mi casa se me atraviesa un vehículo y me disparan y yo no sé ni quién me disparó ni por qué”, contó.
Un año más tarde supo que el atacante era un socio del Mayo, y que a raíz del atentado su padre tomó la determinación de romper con los Arellano Félix, y marchó con toda su familia a Culiacán, Sinaloa.
Zambada Niebla llegó a vivir en la capital sinaloense con su hermana María Teresa, casada con Javier Alonso Díaz Medina, hijo de Baltazar Díaz Vega, a la sazón compadre del Mayo.
Desde entonces los Arellano asediaban a los Zambada. El Vicentillo tenía 20 años cuanto de nuevo quisieron asesinarlo; un pistolero de los Arellano llegó hasta su casa, le pegó un cachazo y después disparó, sin herirlo. Luego de este segundo atentado, el Mayo decidió traerlo consigo.
“Mi papá nunca me indujo a formar parte de la organización, sin embargo por las circunstancias que andaba con mi papá, es que veo cómo manejaba la organización junto con mi cuñado Javier Díaz.”
Al hijo de Baltazar lo asesinaron en 1996 al igual que a su padre en San Jerónimo, Ciudad de México. A la muerte del Javi, el Vicentillo tomó su lugar entre 1997 y 1998.
“Poco a poco empecé a realizar actividades con mi papá y es hasta el año 2003 que me sale orden de detención con fines de extradición, al igual que mi papá, me entero porque sale en televisión, y es cuando decido cuidarme más, estando en Culiacán no salía”, relató Zambada Niebla.
De Javier Torres declaró que entró a trabajar con su padre después de salir de prisión en Cancún en 1997, en donde fue detenido con Raúl Meza Ontiveros en posesión de 350 kilogramos de cocaína surtidas por un tal Jonny el Colombiano.
Considerado como un parteaguas, la detención y posterior liberación del JT derivó en la unión con Zambada. Fue su segundo al mando en la estructura hasta que fue arrestado en Culiacán el 27 de enero de 2004, días después de enfrentarse a balazos con elementos de las Fuerzas Especiales del Ejército en Pueblos Unidos.
Fue este testimonio del Vicentillo el que la PGR usó en contra de Javier cuando fue repatriado de Estados Unidos, en donde cumplió una condena de 8 años.
EL HOMICIDIO DEL QUE SE LE ACUSA
Pero mientras sus abogados fracasaron en un intento por demostrar la inocencia del capo de los delitos federales que se le imputan, un tribunal unitario del Estado de México concedió el amparo de la justicia federal por el homicidio de una persona ocurrido en Culiacán, Sinaloa, antes de ser atrapado por el Ejército.
El 10 de octubre pasado, los magistrados determinaron:
“La Justicia de la Unión AMPARA y PROTEGE a Javier Torres Félix, contra el acto que reclama del Juez Quinto de Primera Instancia del Ramo Penal del Distrito Judicial de Culiacán, consistente en la orden de aprehensión de cinco de julio de dos mil seis, dictada en la causa penal 306/2012 (ahora 266/2016), y su ejecución, acorde a lo razonado y para los efectos precisados en el último considerando de esta resolución.”
Dicho mandamiento judicial, que por el momento ya no se le puede ejecutar, fue al ser encontrado probable responsable del delito de homicidio calificado, con premeditación, en contra de Prudencio Portillo Lizárraga.
El expediente por el crimen de Portillo Lizárraga había sido iniciado por el Juez Séptimo del Ramo Penal, pero fue enviado actualmente al Juez Quinto. El 28 de octubre pasado, el ministerio público federal interpuso un recurso de revisión ante el Tribunal Colegiado con sede en Mazatlán para tratar de revertir el amparo otorgado al JT.
De confirmarse este beneficio el juez quinto tendría que dejar insubsistente la orden de aprehensión, por inconsistencias en la integración del expediente judicial, lo que provocaría que Torres Félix no sería enviado a Culiacán si logra librar el penal federal de El Altiplano.
Según la información recabada por LA PARED, en marzo de 2015 al JT se le había dado un amparo debido a que sus declaraciones ministeriales, una vez que fue reaprehendido en el paso fronterizo de Mexicali en abril de 2013, fueron realizadas fuera de procedimiento legal.
En sus testimonios, Torres Félix se incriminaba como parte de la estructura de la organización Zambada. Sin embargo, en mayo del año pasado, de nuevo de le decretó el auto de formal prisión, pues el ministerio público contaba con los testimonios de El Vicentillo, de un ex militar que se convirtió en testigo protegido en el 2012, y de un sobrino del capo que es piloto aviador. Los abogados ya no pudieron revertir el golpe, y en enero de 2016 se agotaron los recursos de amparo.
¿QUÉ DECLARÓ EL JT?
Las declaraciones al ministerio público que hizo el JT, y que serían eliminadas al ser considerada ilegales, dan cuenta también cómo inició en el negocio criminal. Tras la disolución de la guardia rural en donde era policía, Torres Félix se dedicó abiertamente al narcotráfico, y de 1999 al 2004, era de sus principales lugarteniente.
“Mi función dentro de la organización del Mayo era de seguridad, teniendo a mi mando aproximadamente 20 personas, todas ellas armadas, a las cuales yo les pagaba con dinero que me daba el mismo Mayo”.
-¿Cuánto le pagaban por ayudarle al Mayo?
“Era variado al mes o cada dos meses, me daban entre 20, 50 mil y hasta 100 mil dólares”.
-¿Cuáles son los objetivos o finalidad de la organización delictiva que dirige el Mayo Zambada?
“Venta de droga, en especial cocaína”.
-¿Cuánto dinero ganó durante su estancia en la organización delictiva conocida como cártel de Sinaloa?
“No tengo idea de cuánto gané, pero logré comprar dos ranchos y mil cabezas de ganado, como un millón y medio de dólares, pero cuando estuve preso (en Estados Unidos) los estuve vendiendo junto con las cabezas de ganado, no contando en la actualidad con inversiones, bienes muebles, ni cuentas bancarias a mi nombre ni a nombre de mi esposa ni mis hijas”.
En sus declaraciones al ministerio público de la SEIDO, el JT dijo que el Mayo lo invitó a trabajar a su organización en 1999.
“En el año de 1999 comencé a trabajar con el Mayo, por invitación de él mismo… con la única persona que trabajé fue con él ya que uno no puede servir a dos amos”.
El Mayo Zambada, dijo, era el mero jefe de la organización y él era el segundo en la estructura, y enseguida estaba Lamberto Verdugo Calderón, a quien en enero de 2009 mató el Ejército en un retén ubicado sobre la carretera a Sanalona, a la altura de la comunidad de El Carrizalejo.
-¿Especifique cómo conoció al Mayo?
“Lo conocí porque somos originarios de la misma ranchería, conociéndolo cuando yo tenía aproximadamente 20 años de edad, teniendo él como 10 años más que yo, y recuerdo que cuando lo conocí él era ganadero, no tenía entonces ningún negocio de narcotraficante, solo era mentado porque tenía ganado y en ese entonces ya era conocido como el Mayo”.
Torres Félix señaló que cuando él entró a trabajar con Zambada García la organización estaba en guerra con los hermanos Arellano Félix, a quien identifica como originarios de Badiraguato.
“Nunca supe porque se originó el pleito entre las dos organizaciones delictivas, por lo que siempre nos cuidábamos de que los Arellano no nos fueran a matar. Supe que cuando yo entré a trabajar con el Mayo, la guerra ya estaba iniciada y cuando me detuvieron en el 2004 ya no había guerra, ya que no estaban los hermanos”.
El capo indicó que cuando no trabajaba para Zambada se dedicaba a labores del campo, a sus ranchos de engorda y a sembrar maíz y frijol, que los hombres a su cargo ganaban 500 dólares a la quincena y todos usaban armas largas como AK-47 y AR-15, y que todos se dedicaban a cuidar a Ismael.
Cuando se le preguntó si más familiares trabajaban para Zambada, comentó que su hermano Manuel Torres Félix, pero que éste había sido abatido por el Ejército en octubre de 2012.
Enseguida se le preguntó si conocía a una persona, cuyo nombre aparece testado, y respondió que sí, cuando era capitán del Ejército lo conoció en su rancho de Cosalá, y que era compadre de su hermano, aunque descartó que fuera gente del Mayo. “No creo que estuviera en el cártel”, dijo.
Javier Torres informó que él fue miembro de la Policía Rural de Culiacán y que el Ejército Mexicano le dio a él y a los elementos capacitación para usar armas de fuego.
“Mi función era cuidar el campo, monte y la sierra, lugar en donde el mismo Ejército nos dio entrenamiento y aprendí a usar las armas”, manifestó.
EN LAS REDES DEL EJÉRCITO
El 26 de enero de 2004, el JT y su gente se enfrentaron a las Fuerzas Especiales en la comunidad de El Tule, al sur de Culiacán. Al día siguiente, de acuerdo al parte del Ejército, una llamada anónima alertó a la milicia de que el capo estaba en un domicilio de Colinas de San Miguel.
Había llegado en la misma Cherokee color blanca en la que huyó en la balacera. A mediodía, los soldados rodearon la residencia. Iba vestido con ropa deportiva y botas vaqueras, y su aspecto era de un hombre de 45 años. En su mano derecha llevaba una maleta de color negro.
Brotó una pistola Colt calibre .38 súper, con cachas de pedrería en color blanco, dorado, verde y rojo con figuras de dos gallos, con su cargador abastecido y otros dos de repuesto.
Cargaba consigo cuatro teléfonos celulares, uno de ellos satelital, varios envoltorios con cocaína, una cartera con 2 mil 650 pesos en efectivo, una tarjeta con claves de la Policía Estatal Preventiva, e identificaciones oficiales con nombres falsos.
En una de sus muñecas portaba un Rolex Oyster Perpetual de metal dorado, una cadena de oro rematada con un crucifijo, y un total de 23 mil 750 dólares.
Según un alto mando del Ejército, en realidad a Javier Torres lo ubicaron rastreando sus constantes llamadas a una mujer identificada como su amante. Se trataba de una jovencita a quien también detuvieron junto con el capo, pero una vez llegando al aeropuerto de Culiacán la dejaron ir.
Desde su aprehensión aquel día, el JT se ha pasado casi 13 años en prisión, 8 de ellos en Estados Unidos.