Fernando López Arias. 1962/1968. Uno de sus grandes logros sexenales fue la campaña de despistolización de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Ironías de la vida pública: su director de Seguridad, Manuel Domínguez Suárez, terminó preso en una cárcel de la frontera norte, acusado de ligas con los barones de la droga.
Y en la cárcel… se suicidó.
Fernando Gutiérrez Barrios. 1986/1988. Solo duró dos años en la silla embrujada de palacio. Carlos Salinas de Gortari lo nombró secretario de Gobernación.
Pero…en 40 días pacificó Veracruz, luego de la herencia fatídica de Agustín Acosta Lagunes con su “Sonora Matancera”.
Encarceló a los caciques regionales, asesinos de niños y mujeres. Otros, pusieron “sus barbas a remojar” y huyeron.
Miguel Ángel Yunes Linares. 2016/2018. Si a los siete días Gutiérrez Barrios asestó el primer manotazo en contra de los malosos, a los cinco días, festejando su cumpleaños, el Yunes azul apretó tuercas.
Fue en Suchilapan, municipio de Jesús Carranza, en el sur de Veracruz, en donde malandros y policías y marinos se enfrentaron. Resultado: 14 muertos oficiales. Según otras versiones, 20.
Además del embargo de armas de uso exclusivo del ejército y hasta lanza/granadas y lanza/cohetes y R-15.
Un arsenal.
Ha sido la primera masacre de sicarios de los carteles en la yunicidad.
Lo dijo el góber en Orizaba:
“Tienen un gobernador que se la está rifando”.
En contraparte, y a tono con los alcaldes del PAN y PRD atrincherados en palacio de Xalapa durante 18 días del duartismo, en Las Vigas la población tomó el palacio municipal exigiendo el juicio penal en contra del conductor ebrio que atropelló y mató a un matrimonio.
Los vecinos embargaron una patrulla policiaca, la voltearon en la calle principal y amenazaron con incendiarla.
Cada domingo, dice el góber, sostendrá junta de evaluación sobre el avance en el combate a los malos.
El ejército, los marinos, la Policía Federal, el CISEN y las policías estatales en un frente común.
Incluso, y para dar seguimiento, Yunes vivirá en el palacio de Xalapa. Le remodelan una oficina como recámara.
2
La masacre en Suchilapan, la tierra de Fernando López Arias, el procurador de hierro de Gustavo Díaz Ordaz, fue cinematográfica.
El reportero Ignacio Carvajal García lo narra así:
“La mayor parte de los sicarios se dieron a la fuga por el monte y la policía comenzó a asediarlos en cerros y praderas.
La mañana del lunes los policías de la SSP y municipales y las fuerzas federales colocaron cercos de seguridad en toda la zona, bloquearon caminos y brechas para dar con el resto de los facinerosos.
Incluso, el alcalde corrió un aviso a los poblados de Suchilapan (1,923 habitantes en total) para que evitaran salir de sus casas y que los negocios permanecieran cerrados, pues la policía iba a seguir cazando al grupo de pistoleros.
Sobre la tarde del lunes la policía se topó de nuevo con los sicarios cuando trataban de escapar por los montes, les dieron alcance y comenzó un tercer enfrenamiento que dejó saldo de 14 abatidos, armas aseguradas, una pieza de artillería y pertrechos”.
Era la tarde/noche del lunes 5.
“Tenemos cuatro días en el gobierno, dijo la víspera el Yunes azul, y estamos dando soluciones concretas”.
En la campaña electoral, el candidato de la alianza PAN y PRD diseñó en pincelazos la política de seguridad.
Uno, los israelitas. Dos, los colombianos. Tres, Genaro García Luna, el súper policía de Felipe Calderón Hinojosa.
Cuatro, la resurrección de la Policía Intermunicipal. Cinco, los soldados. Seis, los marinos.
Y siete, el mismo góber azul… al frente.
“Yo puedo” decía.
3
Será una narco/guerra cruenta y dura.
Desde el sexenio de Patricio Chirinos Calero, 1992/1998, los narcos se adueñaron de Veracruz.
Fue con José Albino Quintero Meraz, quien hacia la mitad del sexenio de Miguel Alemán Velazco fue encarcelado por el comandante de la Zona Militar, general Roberto Vadillo, e internado en el penal de Almoloya, donde, por cierto, cumplió condena y fue liberado.
Pero para entonces los carteles ya se habían adueñado de Veracruz. Del capo solitario, Quintero Meraz, a varios barones de la droga.
Siguió con Fidel Herrera y prosiguió con Javier Duarte.
Hace, pues, 24 años, Veracruz ha estado en manos de la delincuencia organizada para que en dos años sean desplazados. Digamos, expulsados de su paraíso terrenal.
Más de dos décadas, dueños del día y de la noche, los carteles paseando en Veracruz como en casa.
Secuestrados, desaparecidos, asesinados, fosas clandestinas, y lo peor, impunidad.
De Chirinos a Javier Duarte.
Con tantos años de residencia y permanencia, ni modo que los carteles se vayan así nada más.
Tampoco, claro, y como sostiene la versión popular, se trata de que unos malosos sean relevados por otros.
Y ni modo que terminen operando, como en el chirinismo, con un bajo perfil, sin reality-show en la vía pública, y al mismo tiempo, traficando con la droga en un Veracruz que entonces, en el siglo pasado, era paso de la coca y ahora se ha vuelto consumidor, de tal manera que muchas colonias populares están llenas de changarritos, aun cuando también la fama pública registra que en los antros la venden con toda la naturalidad del mundo.
El ingreso millonario para la delincuencia organizada está fuera de duda, pues, además, controlan todo.
La droga, los secuestros, las extorsiones, la venta de piso, la prostitución, la trata de blancas, los robos de automóviles y de casas, los asaltos a negocios y bancos y hasta el tráfico de migrantes.
Mucho, demasiado, excesivo billete en disputa.