En Badiraguato, sentado bajo la sombra de unos árboles de mango y limones, está don Benzi. Hombre de 83 años y mirada cansada, pero de buena memoria. Se equivoca un poco con los años en que ocurrieron los hechos, pero como si hubiera ocurrido ayer, narra cuando trabajó para Joaquín “El Chapo” Guzmán en la sierra de Badiraguato.
Es la cabecera municipal, al mediodía, el calor quema, y la noticia de la fuga del capo no genera alteración alguna en la comunidad. Todo transcurre normal, como un domingo cualquiera: jóvenes en las calles, en cuatrimotos, ladridos de perros al pasar, y las señoras en las casas, los abarrotes o la plazuela. Don Benzi se refresca echándose aire con su sombrero, ve con tranquilidad a los visitantes. “Hay días calientes, como este. Sí, está caliente. Aquí ya tiene como tres días que no llueve”, refiere sin dejar de observar a su interlocutora y quienes la acompañan.
Recuerda que en su juventud se dedicaba a sembrar maíz y cuidar ganado. Con voz ronca, padece de asma, nos cuenta cómo fue su experiencia con “El Chapo”, a quien el gobierno de Chicago, en Estados Unidos, lo cataloga como el Enemigo Público Número Uno.
¿Ya no va a trabajar al monte?
No, ya no puedo.
¿Cómo era su vida en la sierra?
Vivimos muy a gusto, gracias a Dios, cuando estábamos con los padres vivos, cuando estaban fuertes. Nosotros nos criamos en el monte, trabajando, sembrando y ‘taspanando’.
¿Y a usted le tocó ir a las siembras de “El Chapo”?
Sí. Estuve en varias siembras. Anduve nomás de jod... Mi negocio con él era negocio pesado, pero como lo sabía hacer no se me hacía pesado, lo sabía hacer. Era hacerle leña a la gente que trabajaba con él, era pa’ la gente que hacía los sembradíos. Yo a esa gente le llevaba leña pa’ que hicieran comida, fueran mujeres o fueran hombres.
¿Cuántos años tenía usted?
Cuando fui pa’ allá, pues te voy a decir que tenía como unos 45 o 50.
Yo estuve viviendo allá arriba cuando se escapó mucho tiempo.
¿Hace cuánto tiempo?
Pues como 8-10 años.
¿Cómo se portó él con usted?
No pues él se portó muy bien, bien, bien se portó “El Chapito” conmigo, pa’ qué voy a decir lo contrario. Me quiso mucho. Nomás que uno no sabe trabajar, no sabe cuidar, pero sí se portó bien conmigo.
Me hizo muchos regalos, hasta me regaló una camioneta. Nomás que a nosotros qué nos van a durar esas cosas, lueguito le dimos en la torre. “Le hablé -me dijo- pa’ que viniera pa’ regalarle una camioneta”. ¿Cómo va a ser eso?, le dije. Me quería regalar una camioneta del año y no quise yo. Le dije: “Una camionetita secundaria, nomás que esté buena”. Y entonces me dio una camioneta que le compró a su mamá. Era camioneta buena, grande.
¿Antes no había tanta necesidad, o sí?
Pues cuando andaban esos hombres fuera no había tanta necesidad pa’ la sierra.
¿Le tocó ir a alguna fiesta con él?
Una vez me invitó a una boda. Dijo: “Me invitaron a mí y yo lo invito a usted”. Yo creí que era por aquí cerca, en la costa, y no, era pa’ la quinta chin... acá pa’ la sierra, pa’ Guadalajara, o a un ladito. Hasta allá fuimos a dar. Los compadres de los novios eran de aquí de Sinaloa, muy camaradas de “El Chapo”, eran “El Chapo” Caro, hijo de Gil Caro.
¿Es cierto que vendía naranjas?
Eso no te sé decir yo. Mira, lo que sí sé es que su mamá era panadera, y él lo ‘corretiaba’ por los ranchos, lo vendía alrededor de su casa, porque doña Consuelo hacía el pan y él lo correteaba por los ranchitos. Lo de las naranjas no sé.
Atrás quedó don Benzi, sentado, tranquilo en el municipio de Badiraguato, donde ayer no hubo fiesta, pero la gente veía las noticias, leía el periódico y se tomaba selfies en el arco de la entrada a la cabecera municipal. La gente de la sierra tiene presente al capo, “El Chapo” Guzmán, el hombre que por segunda vez, escapó de un penal de máxima seguridad y es el objetivo principal de las autoridades mexicanas y de Estados Unidos.