El asedio del cártel de Los Caballeros Templarios a las comunidades indígenas nahuas de Michoacán aumentó desde hace medio año, luego de que los autodefensas yguardias comunitarias de Aquila los desterraron de esta región de la sierra-costa michoacana.
Las células vivas y todavía operativas de lo que fue durante 15 años el grupo hegemónico en la entidad, liderado por Nazario Moreno González, El Chayo —abatido por la Marina el 9 de marzo de 2014—, busca nuevamente apoderarse de esa zona; primero lo intentaron por tierra y ahora buscan hacerlo por mar.
De septiembre de 2016 a la fecha, los ataques por tierra a los habitantes de Aquila han dejado cuatro muertos y al menos 10 lesionados; todos en el filtro que la policía comunitaria instaló sobre la carretera 200 Lázaro Cárdenas-Manzanillo, a la altura de la población de Tizupan.
También hubo asesinatos en San Pedro Naranjestil, donde no sólo enfrentan a Los Templarios “de afuera”, sino también a los que tienen dentro y que en octubre del año pasado dejaron dos policías comunitarios ejecutados a tiros y calcinados en sus propios domicilios.
A decir del movimiento civil armado, el grupo criminal está interesado en asesinar a los fundadores de las autodefensas y recuperar la producción de minería, porque las tierras le pertenecen a los comuneros, quienes concesionaron a la empresa argentina Ternium.
Datos oficiales señalan que tan sólo en Aquila se extraía mineral, hasta antes de ser asediado por la delincuencia (2009), en cantidades cercanas a las 10 mil toneladas diarias, con un costo de 80 dólares cada una. Lo anterior representaría actualmente 16 millones 800 mil pesos diarios; es decir, 504 millones de pesos mensuales y 6 mil 048 millones de pesos por año de cada complejo minero. Por tanto, de ese tamaño es la defensa de sus tierras y de sus recursos naturales, que fueron arrebatados por la delincuencia, indicaron los líderes comunitarios.
De ahí que la disputa por el cobro de piso en las minas, el robo del material y del territorio para su trasiego han sido de las principales causas de interés de Los Templarios por recuperar esos municipios de la región sierra-costa de Michoacán, donde todavía existen grupos de autodefensas.
Germán Ramírez Sánchez, director de Seguridad Pública municipal de Aquila, y ex comandante de las autodefensas, señala que hay otro recurso natural muy atractivo para los delincuentes: los 270 kilómetros de litoral del Pacífico con los que cuenta ese municipio. Esa cantidad representa 90% del total de playa de Michoacán; 8% se concentra en el municipio de Lázaro Cárdenas y 2% en Coahuayana.
Lugar de exterminio
Los Templarios dejaron construcciones semidestruidas a la orilla de las playas de Aquila, que eran su zona de orgías, negociaciones, ejecuciones y templos de rituales en los que veneraban a su ídolo: Nazario Moreno González, El Chayo, líder fundador de ese cártel.
A la fecha, esos lugares conservan los colores de las paredes tétricos y las huellas de humo de la calcinación de los cuerpos. La mayoría de las propiedades son producto del despojo a los habitantes de la zona, como ocurrió con Arturo, un comunero del poblado de La Ticla.
José Luis, uno de los comuneros de la zona, narra el testimonio de su tío, Arturo.
Dice que Arturo fue mandado a llamar por Federico González Medina, El Lico, a una reunión donde presuntamente le iban a perdonar la vida y la de su familia a cambio de que se echara “unos tragos” con este jefe de plaza del grupo criminal en el municipio de Aquila.
Se negó a ir, pero un elemento de la policía local fue por él hasta su casa, lo golpeó delante de su familia y lo llevó “ante el jefe” quien degustaba un manjar en mariscos al lado del ex presidente municipal, Juan Hernández Ramírez, y del entonces secretario de Gobierno, Jesús Reyna García, (detenido por sus presuntos vínculos con el otrora líder de Los Templarios, Servando Gómez, La Tuta).
José Luis comenta que las botellas de Martell, Buchanan’s 12 y 18, la cerveza, los grupos musicales, la buena comida e incluso la droga y mujeres eran parte de los rituales en los que Los Templarios ejecutaban y quemaban a sus víctimas, únicamente porque a “algún jefe le caía mal”.
Uno de los lugares preferidos de los jefes de plaza —y los políticos a su servicio— era un complejo turístico ubicado en la playa de la comunidad de La Placita. Ahí fue la reunión de El Lico con Arturo, relata José Luis, sobrino de Arturo.
El poblador llegó a ese sitió cerca de las tres de la tarde; lo esperaban. Se había negado a entregar sus propiedades al presidente municipal, quien le pidió al jefe de plaza le ayudara “para hacerlo entrar en razón”.
Los asistentes a las reuniones templarias disfrutaban la violencia; aquel día Arturo fue el espectáculo. Lo hincaron, le pidieron firmara la sesión de derechos de sus propiedades al alcalde y después fue asesinado. Su cuerpo fue quemado en uno de los baños del parador turístico.
Como éste, fueron muchos los casos; no se tiene registro del número exacto, dice José Luis.
A 10 kilómetros del primer centro de rituales y fiestas de los criminales se encuentra un sauna que desentona la belleza de la playa de Xayacala, conocido como el jacuzzi de Los Templarios. La construcción fue derribada por la naturaleza, pero no el recuerdo de los familiares de las víctimas que incluso fueron enterradas en una fosa a unos cuantos metros del monumento a la muerte, sobre la playa.
“Este lugar lo utilizaban Los Templarios para embarcar droga, matar, secuestrar y para sus operaciones; por aquí se encontraban muchos sepulcros [clandestinos] de personas; muchos más no se han encontrado”, narra Salomón, un habitante del lugar. Por estas fosas no existen averiguaciones previas, porque los comunitarios, dicen, no lo reportaron a la autoridad por miedo y porque no confiaban en los funcionarios de aquel entonces.
El mar, su aliado
El líder de las autodefensas, Cemeí Verdía Zepeda, confirma que el mar ahora es uno de sus peores enemigos, al convertirse en una ruta para que los criminales ingresen en lanchas a lograr su cometido: recuperar el territorio y asesinar a quienes los desterraron en 2014.
Enfatiza que él no les teme y decidió celebrar su cumpleaños número 37 en la playa de El Zapote. Después de haber sufrido dos atentados, enfatiza que fue como volver a nacer, por lo que considera que este es su tercer año de vida.
La comida del festejo de Cemeí reunió a los principales líderes de autodefensas de la región, quienes aprovecharon para hablar del embate constante del narco hacia su gente. Entre los invitados destacó Héctor Teto Zepeda, líder de las autodefensas de Coahuayana, donde han contenido a los criminales que huyeron hacia el estado de Colima.
“Pues allá están en El Chanal, Colima; allá es donde alojó el ex gobernador [Mario Anguiano Moreno] a todos los desplazados de Los Templarios, los que huyeron de aquí cuando inició el movimiento de autodefensas: el Carmelo y el Honorio Núñez Vargas [El Siete y El Cinco, respectivamente] y Federico González Medina, El Lico, quien fue expulsado junto con sus sicarios y toda su familia de delincuentes”, recordó Teto.
El mapa desclasificado de presencia dominante de los cárteles mexicanos, publicado en abril de 2015 por la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), advierte que el grupo hegemónico en Colima era justamente en ese entonces el de Los Caballeros Templarios. Se buscó a las autoridades de la Procuraduría de Colima para que dieran su versión sobre el alojamiento de templarios en esa entidad y no respondieron.
Vigilan sin pago
Hace tres años, El Teto encabezó el levantamiento en armas de Coahuayana, tras el asesinato de su hermano, el 13 de enero de 2014, y a la fecha, pese haber sido institucionalizados como policías, no les han pagado sus sueldos, por lo que no sólo enfrentan criminales, sino el abandono de las autoridades, denunció.
Ahorita, precisó, sólo les han pagado a 19 de los 44 elementos que tienen desde que el gobierno formó la Fuerza Rural, por lo que empresarios de la región son los que han tenido que pagar esos sueldos.
Los productores señalan que han tenido que cubrir los gastos y sueldos de la operatividad de este cuerpo de policía, a fin de que no se descuide la seguridad y evitar con ellos que regresen los asesinatos, secuestros, extorsiones y desapariciones forzadas, porque Coahuayana, al igual que Aquila, son asediados por los todavía existentes Caballeros Templarios.
Si bien, señalan que viven en el filo de la navaja, ambos municipios han mantenido la tasa cero de incidencia delictiva, lo cual ha generado que la ciudadanía respalde sus movimientos armados y a esos cuerpos de seguridad.