Es uno de esos documentales que aparecen de vez en cuanto en la televisión internacional, y que dan cuenta de lo que muchos medios de comunicación no podemos desvelar desde el epicentro.
“Clandestino: el cártel de Sinaloa” no muestra, para los mexicanos y en especial para los sinaloenses, algo nuevo que no sepamos, pero sí exhibe más allá de los estereotipos de los de buchones, pistoleros y narcos, las complicidades entre los grupos de la delincuencia y el Estado, o al menos demuestra su ineficencia y pone el dedo en la llaga de por qué será imposible esta lucha en contra del narcotráfico.
El documental da cuenta de cómo grupos de pistoleros se mueven por Culiacán y por todos lados, ya sea la sierra, la zona rural de Sinaloa o la frontera con Estados Unidos, sin que nadie los detenga, y en caso de pasar por un filtro policial, pasar mostrándose cortés y avisar que también el sicario “anda chambeando”.
Viene muy a cuento el filme realizado por el periodista español David Beriain, en donde por semanas se sumergió en las entrañas del cártel de Sinaloa, porque Sinaloa está en la mira por la guerra que se libra al interior del grupo criminal, en donde la facción de los hijos del Chapo Guzmán se ha visto enfrentada con la de Los Dámaso.
El punto central es cómo el gobierno de Quirino Ordaz Coppel y su estructura de seguridad, así como el Ejército, niegan sistemáticamente que grupos armados patrullen, vigilen e incursionen hasta terminar en catastróficas balaceras, cuando la realidad asedia al ciudadano común.
No salen de su discurso de “estamos trabajando” cuando en realidad se ve que no lo están haciendo de manera eficiente.
El Estado mexicano no ha querido comprender que “su” guerra contra el narco nunca funcionó, y que gobierno tras gobierno la situación se complica, y que es hora de volver a plantear el combate. Por eso es que, aunque no lo dicen abiertamente, ciudadanos desearían que entre los mismos narcos se pusieran de acuerdo para pacificar las ciudades. No más violencia, no más víctimas inocentes. Si total negocio siempre habrá, consumidores también, al menos no sumerjan en el terror a la población.
Sobre todo en este tema, en las últimas semanas se ha observado cómo la sicosis y el miedo se incuban en las redes sociales, y cómo parece que hay personas interesadas en que el pánico se generalice. No parece cosa de ignorancia, sino de un plan para crear desestabilización.
Como por ejemplo la carta falsa que leyó el periodista Ciro Gómez Leyva, quien atribuyó su redacción a los hijos del Chapo, sobre cómo planeó Dámaso López Núñez el asesinato de ellos y de Ismael “El Mayo” Zambada García, y el posterior deslinde que hace en este medio el aludido. La guerra mediática en el cártel, muy distinta al terror que se vive en las ciudades y poblados rurales.
Hoy por hoy, las redes sociales están infestadas de esta versión dejada correr a propósito, ¿pero quién es héroe o quién es villano en el negocio de las drogas? ¿Son los Guzmán víctimas? ¿Es López Núñez el malvado de la historia? Es parte del juego mediático; la manipulación de las masas a la orden del día. Usted, querido lector, analice y haga su propia opinión. Que para novelas hay que leer al escritor gringo Don Winslow, con sus novelas El Poder del Perro y El Cártel.