Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas y precandidato presidencial del PRI en el 2005, fue hecho preso ayer en Florencia, Italia, por pedido del gobierno de Estados Unidos.
El priísta andaba a salto de mata desde hace varios años, cuando el gobierno de Barack Obama lo ubicó como uno de los narcopolíticos –no el único- más peligrosos de México, y como el cabecilla de una banda de policías, funcionarios públicos de los tres niveles de Gobierno –federal, estatal y municipal- y empresarios que decidieron ponerse al servicio del cártel de narcotraficantes conocido como Cártel
del Golfo.
Esta detención corresponde a un auténtico pez gordo y –se infiere por lo que ayer dijeron en el Congreso- ya ha puesto a parir nada menos que a Enrique Peña Nieto.
Por lo que se ve, las partidas de ajedrez que Estados Unidos juega con el gobierno mexicano desde que Enrique Peña es el presidente, prácticamente todas se las gana.
Yarrington –aseguró ayer la senadora perredista Dolores Padierna Luna-, “a través de Arturo Montiel, tuvo un vínculo estrechísimo con Enrique Peña Nieto en 2004, quien entonces era el candidato priísta a la gubernatura por el Estado de México”.
A decir de Padierna, la aprehensión del ex gobernador priísta “es uno de los hechos más importantes y destacados en la lucha contra la narcopolítica que ha dominado en México en los últimos 20 años”.
Añadió: “Por desgracia, este hecho no ocurrió cuando debió haber sucedido: Desde abril de 2004. Durante el gobierno de Felipe Calderón, la SIEDO de la PGR admitió que Yarrington estaba siendo investigado por encabezar una red de más de 300 policías, empresarios y funcionarios que protegían al entonces Cartel del Golfo”.
“En el colmo de la impunidad, Yarrington fue precandidato presidencial del PRI en la contienda interna de ese partido en 2005, cuando participó en el entonces conocido TUCOM (Todos Unidos contra Madrazo) y está acreditado el fuerte vínculo que mantuvo el entonces mandatario de Tamaulipas con su homólogo Arturo Montiel, del Estado de México, y con el entonces candidato priísta a la gubernatura de esa entidad, Enrique Peña Nieto”.
En su comunicado, Padierna ha dicho también que “en 2012, la DEA volvió a señalar a Tomás Yarrington, junto con otros mandatarios priístas, de estar siendo investigado por proteger al Cártel del Golfo y también a los Zetas”.
Desde que Yarrington fue colocado en la mira de los Estados Unidos, en México el PRI recorrió un velo de complicidad, tratando de minimizar el asunto, tratando de desmarcarse, diciendo que el ex gobernador ya no era priísta. Tratando, a toda costa, de no hablar de él en las tribunas del Congreso.
Perseguido por los estadounidenses, Yarrington llegó hasta Florencia, a donde la Policía italiana lo acaba de aprehender. Y con la rapidez de un gamo, el gobierno de Peña Nieto ha tratado de pasar en el mundo como el gobierno que lo buscaba, cuando en realidad era el de Estados Unidos.
Ayer mismo, ante la solicitud apresurada del gobierno mexicano de extradición de Yarrington, Italia informó que decidirá a dónde lo enviará en calidad de presunto delincuente para su enjuiciamiento: Si a México o a los Estados
Unidos.
Ya Italia dijo que lo detuvo por solicitud de los estadounidenses y el sentido común dicta que debe ser a ese país. Pero en Estados Unidos miran con sorpresa cómo México pretende adelantarse para que el preso, que debe de saber muchísimo, no vaya a territorio gringo, sino a territorio mexicano.
El 28 de junio de 2010, el entonces candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas Rodolfo Cantú Torres fue muerto en una emboscada camino al aeropuerto. Al narcotraficante Eduardo Costilla Sánchez alias el Coss le achacaron el crimen.
Pero junto con su nombre, brincó el del entonces ya ex gobernador Tomás Yarrington.
Un juez texano liberó la orden internacional de aprehensión contra el ex gobernador tamaulipeco, bajo los cargos de haber lavado dinero, mucho dinero, derivado de acciones de narcotráfico de México a Texas.
Sí. Al parecer, no hay partida de ajedrez que los estadounidenses no le ganen al actual gobierno mexicano. La detención de Yarrington es un jaque que pone a temblar a la República, porque el presidente Peña se debilitará aún más.
Yarrington perteneció al PRI, el partido de Peña Nieto. Y al ex gobernador tamaulipeco se le relacionó, como dijo ayer Dolores Padierna, con el actual presidente, sobre todo cuando éste era el candidato priísta al gobierno del Estado de México.
Desde que comenzó Yarrington a correr la legua para que no alcanzara el brazo de la justicia estadounidense, fue evidente cómo el PRI en el Congreso mexicano y la presidencia de Peña Nieto lo encubrían, tratando de minimizar las acusaciones, tratando de no hablar de él en las tribunas.
¿Hasta qué punto Yarrington y Peña Nieto se conocieron? Sin duda, esta pregunta se la va a tener que responder el ex gobernador de Tamaulipas al sistema judicial de los Estados Unidos, una vez que lo extradite Italia a ese país.
Y he aquí el grave peligro para la República, porque entonces EU tendrá información que el gobierno mexicano contrarrestaría a cambio de más concesiones, más entrega, más sumisión, más quién sabe cuántas cosas más a los gringos… a cambio de impunidad y apoyo político a una Presidencia de Peña Nieto virtualmente entregada, arrodillada y sometida, cuyo papel infame no ha sido otro que estar traicionando y haciendo la entrega más dolorosa y humillante de una nación
a un imperio.