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Sicarios traidores del Cártel de Sinaloa contra su ex- patrón El Chapo Guzmán

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Al menos cuatro antiguos sicarios del Cártel de Sinaloa que ahora son testigos protegidos testificarán en el juicio contra Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, que tentativamente se iniciará en abril de 2018, declaró el pasado viernes 5 el juez Brian Cogan, adscrito a una corte federal del Distrito Este de Nueva York, en la audiencia preparatoria de la actuación que se sigue contra el capo mexicano.

Sin embargo, ni Cogan ni los fiscales del Departamento de Justicia de Estados Unidos (USDOJ, por sus siglas en inglés) revelaron los nombres de los testigos que tendrán careos con El Chapo.

La Corte de Distrito Este de Nueva York es conocida por los cargos que presentó contra narcotraficantes mexicanos, entre ellos Reynaldo Zambada García, El Rey, extraditado en abril de 2012, y Édgar Veytia, el exfiscal de Nayarit arrestado en San Ysidro, California, en marzo pasado.

Esta situación puso en un dilema al juez Cogan, quien le advirtió al Chapo que lo mejor era cambiar a su abogada, Michelle Gelernt, porque su despacho estuvo involucrado en procesos de al menos tres de los testigos protegidos, por lo que legalmente hay un conflicto de intereses en su caso. Sin embargo, el capo no aceptó.

“Le agradezco, señor juez, pero yo deseo seguir con los abogados que tengo”, respondió Guzmán Loera, quien vestía el uniforme reglamentario azul marino, con camiseta café y zapatos negros.

Cogan insistió, incluso le aclaró que, cuanto esté frente a los testigos protegidos, él no permitirá que Gelernt los cuestione, sino que propondrá a otro abogado, lo que podría mermar su defensa. El capo se mantuvo firme en su negativa.

“Necesito que entienda la situación, pues los testigos con los que se careará pertenecieron al Cártel de Sinaloa, y todos han admitido que traficaron grandes cantidades de droga; algunos dicen que lo conocieron muy de cerca. Un abogado que no lleve su caso no podrá defenderlo de una manera correcta”, dijo Cogan.

Guzmán Loera no cedió: “Entiendo lo que me dice, señor juez, pero yo quiero seguir con los abogados que tengo, me siento bien con ellos”.

Cogan agachó la mirada.

A pocos metros de ahí estaba Emma Coronel, esposa del Chapo, vestida con una gabardina beige y blusa negra. Él volteaba a verla constantemente; también estaba su hija Rosa Isela Guzmán.

“Obviamente me dolía verlo así. Se me salían las lágrimas, pero él me miraba y me decía que no llorara, que todo iba a estar bien”, dice Rosa Isela al reportero.

Los huecos de una extradición

Las fiscales Robert L. Capers y Arthur G. Wyatt dijeron que no opinarían sobre la extradición del Chapo Guzmán, que se formalizó el 19 de enero pasado. Sin embargo, los abogados del acusado insistieron en que hay muchos huecos en la extradición, algunos de los cuales rayan en la ilegalidad.

“¿Por qué lo trajeron a Nueva York, cuando debieron llevarlo al Distrito Sur de California o el Distrito Oeste de Texas? Fueron ellos los que presentaron la primera solicitud de extradición ante el Departamento de Estado. Es un misterio”, cuestionó Gelernt durante una rueda de prensa realizada afuera del edificio federal de una corte de Brooklyn, donde se desarrolló la audiencia.

La abogada también denunció el estado deplorable en el que, sostuvo, se encuentra su cliente. Eso influye hasta en la forma en que ella se comunica con él: muchas veces lo hace a través de un cristal; otras, a través de pantallas. En realidad son videoconferencias, dice.

“A más tardar, en junio próximo la defensa de Guzmán Loera presentará una moción para tener acceso a los documentos de extradición y verificar. La cosa es definir si los cargos que enfrenta en Brooklyn son legales, y qué motivó a los gobiernos a traerlo a Nueva York en lugar de las otras cortes, y si su traslado realmente se hizo dentro de un marco legal”, dijo Michael Schnider, integrante del grupo de abogados que representan al capo.

Si se descubre un grado de ilegalidad, objetó el abogado, no significa que habría una repatriación de Guzmán Loera a México, pero sí sería un triunfo para la defensa.

Las negativas

Un día antes de la audiencia, el jueves 4, el juez Cogan rechazó una petición de la defensa para que Guzmán Loera saliera de su confinamiento, al que lo sometieron los fiscales ante la presunción de que desde la cárcel él siga dirigiendo una fracción del cártel o intente escapar.

“En este momento no se puede aceptar su petición, dada la experiencia que se tiene con usted”, respondió Cogan, en alusión a las dos fugas del Chapo. No obstante, concedió al narcotraficante comunicarse por escrito con su esposa, pero advirtió que agentes federales escrutarán los mensajes.

Cogan también accedió a mandar un agente del Servicio Marshall de Estados Unidos al centro de Manhattan donde se encuentra El Chapo para que observe cómo es su cautiverio y determine si está en condiciones deplorables, como argumenta su defensa. “Es lo máximo que puedo hacer en este momento”, explicó el juez.

Despliegue federal

Desde muy temprano, las riberas del río Este, que separa Manhattan de Brooklyn, fueron escenario de un fuerte despliegue policiaco en el cual participaron decenas de patrullas desde las ocho de la mañana del viernes 5 para custodiar el edificio 225 de la calle Cadman Plaza.

Agentes del US Marshalls, perros policías, agentes de Homeland Security, de la DEA, del FBI, de la Policía de Nueva York y agentes encubiertos patrullaban los alrededores de la corte, justo cuando reporteros de radio y televisión se instalaban afuera del edificio de la corte federal donde se realizó la audiencia preliminar.

De los reporteros que estuvieron presentes, ninguno sabe sobre La Tuna; tampoco por qué El Chapo era considerado una leyenda en la sierra. La mayoría lo considera el líder del Cártel de Sinaloa y como un hombre sanguinario que se hizo rico con el tráfico de droga a Estados Unidos.

“Lo que no me explico es ¿por qué tiene una defensora de oficio cuando tiene millones de dólares y sabes que la revista Forbes lo ubicó como uno de los hombres más ricos del mundo?”, cuestionó un reportero mientras se iniciaba la audiencia.

Minutos después llegó Emma Coronel, la exreina de belleza de Durango y mujer de Guzmán Loera. El enviado la abordó, explicándole que había viajado desde Culiacán para cubrir la audiencia. Ella se mostró agradecida, pero aclaró que sus abogados le aconsejaron “no hablar con ningún medio respecto al proceso”.

Cerca de ella estaba Rosa Isela Guzmán, quien dice ser una de las hijas del Chapo. Ella sí accedió a platicar con este enviado. Cuando iba a hacerlo, una de las puertas de la corte se abrió y entró Guzmán Loera. Iba custodiado por dos agentes US Marshalls, quienes lo llevaron a la mesa donde sus abogados lo esperaban.

Considerado en su momento como uno de los hombres más poderosos del mundo, El Chapo estaba callado, confundido. Se dio el tiempo para voltear hacia donde estaba su esposa, quien le sonreía.

El capo recorrió con la mirada el auditorio en busca de otro rostro familiar, en busca de calma. Y se topó con Rosa Isela, quien esbozó una sonrisa y no pudo evitar las lágrimas. El capo movió los labios pero sin emitir sonido alguno.

“Imagine cómo me siento, sin poder abrazarlo ni verlo”, comentó Rosa Isela poco después, en voz baja.

En ese momento el juez Cogan expuso: “Revisando su caso, quiero enfatizar una situación que involucra un conflicto de intereses, lo cual será lo primero que discutiré con ambas partes”.

El Chapo dejó de mirar a los asistentes. Se concentró en escuchar a través de los audífonos lo que la traductora explicaba. Y se quedó perplejo cuando escuchó las palabras “testigos protegidos”.



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