El cártel de Jalisco Nueva Generación, a través de Antonio Martínez Fuentes, El Toñín, asumió el control del robo de hidrocarburos en el Triángulo Rojo al desplazar a Los Zetas y a su célula conocida como Los Bukanas.
Además, según un diagnóstico del gabinete de seguridad nacional, la organización criminal busca obtener poder político y respaldo social en la región para operar con impunidad.
El reporte detalla que el cártel ha desplegado una estrategia mediática para desacreditar al Ejército mexicano, la cual intensificó a partir de los enfrentamientos entre huachicoleros y militares ocurridos el 3 de mayo de 2017 en Palmarito, Puebla.
“El objetivo es ejercer presión para que personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se retire de la zona y que los delincuentes continúen sus actividades sin problema”, explica.
Según el informe elaborado con base en labores de inteligencia, miembros del cártel han llevado a cabo supuestas “acciones sociales” para ganar el apoyo de la población, presentándose como benefactores mediante el establecimiento de la organización social “Fusión y Fuerza”.