San Fernando, Tamaulipas.- Cuando Miriam Rodríguez, le puso la alarma a su coche, al llegar a su domicilio, estaba parada en la puerta de la casa y se escucharon dos disparos de arma de fuego.
Había sido un día de trabajo y poco festejo por el día de las madres y al final de la jornada eliminaron a una de las defensoras más activas en favor de las familias con personas desaparecidas.
Luis Salinas, el esposo de Miriam, saltó de la cama inmediatamente. Veía un programa en la Televisión.
Eran las 9:45 de la noche del 10 de mayo del 2017.
Casi después de esas dos detonaciones, pasaron dos segundos y se escucharon más disparos de arma de fuego.
Luis, presintió en ese momento, que el ataque era contra su esposa.
Llegó corriendo hasta la puerta, salió de la casa, vio el carro de Miriam y le gritó por su nombre con desesperación, pero no la localizaba con su mirada y ya no le contestaba.
Caminó por detrás del vehículo y alcanzó a verla casi a mitad de la calle. Estaba boca abajo y todavía no se desangraba.
Parecía que tenía un balazo en una de sus piernas, porque el pantalón blanco que tanto le gustaba vestir, fue el primero en revelar una línea de sangre.
Miriam, había tratado de correr, de huir de su asesino que la estuvo cazando, escondido a un lado del domicilio de ella, ubicado en Paso Real de San Fernando.
Los dos primeros disparos no dieron en el blanco, Miriam corrió, por eso los 11 balazos estaban en la espalda, en la cabeza, en la pierna.
El sicario que disparó contra la primer activista asesinada en Tamaulipas y defensora de familiares de desaparecidos, se tardó quizás 60 segundos para ejecutarla.
Estaba apunto de terminar el día, un diez de mayo, el día de las Madres en México.
Durante esa mañana, Miriam estuvo en su negocio, en el mercado municipal de San Fernando.
Como todas las mañanas, su esposo Luis y ella, se levantaban temprano.
Sus negocios colindan en el mercado, así que, hasta de reojo podían verse.
Miriam, tienen una empleada y por eso aprovechaba para salir en las mañanas y hacer sus gestiones ante la Procuraduría de Justicia o solicitaba ayuda para sus amigos del Colectivo.
Pero ese día en especial tenía mucho trabajo y todo se iba a retrasar.
Un día antes, había viajado a Monterrey, salió a comprar mercancía así que estaría sacando los artículos, armando cosas, acomodando, poniendo precios, porque el diez de mayo hay buenas ventas en el mercado.
Luis Salinas, se retiró temprano del mercado, como a las seis de la tarde.
-“Me retiré para ir a una casa a limpiar el zacatito y me lleve como una hora allá, me regreso y llegó a su negocio, ahí estaba ella, incluso le traje un ramo de flores”.
Así nos llevamos, le dije:
-“Mira, tú no eres mi madre, pero eres la madre de mis hijos, te traje este ramo”, pero dentro del ramo iban unos billetitos, a ella no le gustó el ramo.
Me dijo: “El ramo esta bien feo”.
-“Pues es el último que había ahí en la florería, pero pues ahí están los billetitos para que te compres uno a tu gusto”.
Dijo: “Mañana se los llevo a mi mamá. Ahí estaba una amiga de ella, Lety Flores.
Estuve platicando un rato, Lety se fue y le dije: vámonos, vamos a tomar un café por ahí”.
-“Pero mi esposa, creo que tenía otros planes, iba a juntarse con mi hija y unas amigas, iban a ir a un restauran a partir un pastel, yo no me di cuenta”.
-“Yo estuve como una hora con ella (a las 8 de la noche aproximadamente), la invite a irnos, a darnos una vuelta, pero ella me dice: Si quieres vete tú a la casa, y al ratito hablamos”.
Luis no la convenció y decidió irse a la casa, y como todas las noche, él llegaba primero y ella se quedaba en el centro, ella traía su carro y Luis su camioneta.
No hizo paradas en el trayecto. Eran las 8:30 de la noche cuando llegó a su casa y comenzó a realizar labores. Sacó la basura, anduvo recogiendo cosas de la casa, poniendo orden, alimentó al perro…
En el frente de la casa de Miriam, por donde le dieron los primeros impactos de bala, allí anduvo caminando Luis, por fuera del solar, posiblemente el criminal ya estaba escondido.
Para entonces eran al menos las 9 de la noche.
Si el asesino hubiera querido, quizás la primera víctima hubiera sido Luis. Todos por aquí, lo mismo que el esposo de Miriam, presumen que el criminal ya estaba esperándola, escondido.
Según pláticas de la gente, a ella ya la estaban siguiendo.
A las 9 de la noche, Miriam todavía estaba en su negocio, apunto de cerrar y cuando lo hizo, se fue a la casa de su hija, Azalia Yaneth.
Le estuvo pitando desde su carro, para ir al convivio, al parecer su hija no estaba, al menos no salió.
En platica, Luis recuerda cuando Miriam llegó a la casa, estaba acostado, viendo la Televisión y eran cerca de las 9:40 o 9:45 aproximadamente. Todo pasaría en un segundo.
El sonido peculiar que hace la alarma del carro de Miriam, era la confirmación de su llegada, Luis lo sabía.
Así los narra:
-“Cuando cierra el carro, ella estaba en la puerta -de la casa- parada, cuando se oye el pillido del carro, se escucharon dos balazos”.
“Luego se calmó por unos dos, tres segundos y luego se escucharon más -detonaciones de armas de fuego seguidos”- .
-“Yo brinco de la cama y salgo; Salí corriendo a buscarla y no la encontraba hasta que la vi ahí, tirada en medio de la calle, boca abajo… Ella alcanzó a correr, ella tenía once balazos en el cuerpo, por la espalda todos, tenía balazos en la cabeza”.
El esposo de Miriam se contiene cuando recuerda cada minuto de esa noche.
Empuña sus manos y le pega al escritorio que sirve de mostrador en su negocio del mercado municipal, donde se da el encuentro con el reportero.
-“Cuando llego a la puerta del carro, le grito, me asomo, y me voy hasta atrás del carro y ella estaba boca abajo… tenía poquita vida, ella alcanzó a pujar tantito y llego, la veo, le toco la espalda, porque no se le miraba sangre.
-“Le miraba sangre, pero detrás de la rodilla, sangre en su pantalón blanco que ella traía, lo que hago yo, es voltearla, levantarle la cabeza y pues rezarle… no alcanzó a decirme más que: “cuídame a mis hijos””.
-“Eran aproximadamente las 9:40 o 9:45 cuando ella me dijo eso”.
Luis la dejó por unos segundos, entró corriendo a su casa para tomar el celular y regresar a la calle.
Trato de reanimarla, le hablaba y le gritaba a la gente que le ayudarán a subirla al carro para llevarla al hospital.
Los vecinos, con el miedo natural que estos hechos representan, no los ayudaron.
-“¡Métase a la chingada, van a regresar!”, le decían sus vecinos.
Creían que era un comando que había pasado y la rafageo, pero no fue así, había sido un solo hombre y conforme pasaron las horas se confirmó la versión del sicario solitario.
Lo dejaron solo en la calle, los demás se metieron y apagaron las luces de su casa, pero lo veían por las ventanas.
Los minutos transcurrían, Miriam se estaba desangrando.
-“Yo me regreso, le hablo a mi yerno, le dije: mi esposa, la acaban de balacear, esta a media calle, háblale a una ambulancia y a la Policía”.
-“Y llegaron muy rápido, la policía, pero la ambulancia, la Cruz Roja, pasó media hora y no llegó… no llegó”.
-“La echamos en una cobija y la subimos en una camioneta de la Ministerial para llevarla al Hospital General, pero ya venía fallecida”.
¿No vieron al sujeto que disparó?
“No, cuando ella se bajo del carro, echó candado y el sujeto estaba escondido en lo oscurito y cuando ese sujeto sale, el sujeto le tiró dos veces. Después de la alarma del carro, pasó un segundo y se escucharon dos balazos y pasaron como dos segundos y se escucharon otros.
-“Yo me imagino que el sujeto no se los pegó porque ella corrió por atrás del carro, pero el sujeto iba tras de ella tirándole, por eso la mató, no la dejó hacer nada”, expone en su hipótesis.
Agrega: “Para mí que el que la mató regreso por el mismo lugar, entró por una pasada donde hay un solar baldío y tuvo que haber pasado o tuvieron que haber andado varios”.
¿Se escuchó algo más?
-“No se escuchó las llantas de un carro más, ¿quién se va a meter por otra gente que no es nada tuyo?.
-“Si cuando yo estaba con mi esposa, que la tenía levantada de la cabeza, pasó un pela’o en una camioneta y casi me pasa por arriba… esa camioneta siempre pasa por ahí, y pues quién se va a parar”.
Luis ha hecho sus propias indagatorias, pregunto alrededor, con algunos vecinos y nadie vio nada.
Sí escucharon los balazos pero todos apagaron las luces de sus casas, cerraron sus puertas y nadie sabe nada en esta zona de San Fernando.
Confía en que, con una minuciosa investigación se puede llegar al caso, pero no ha pasado nada desde hace un mes, no tienen ni idea de quién mató a Miriam, al menos no de manera oficial.
-“Tres o cuatro días antes de que la mataron, tuvimos el tema de conversación sobre los sujetos que se habían escapado del penal de Victoria, y sabía que uno de ellos estaba en las calles de Victoria, pero nadie lo podía detener”.
La vida solo
¿Cómo se puede vivir ahora?
-“Es una vida fea. Yo ya no tengo a nadie, prácticamente me quede solo. Tengo a mis hijos claro, pero ahora, cada quien hace su vida”.
-“Como quiera que sea con mi esposa, andaba mucho tiempo fuera, pero los días que estaba aquí convivamos. Ahorita más que todo, se siente muy sola la casa.
¿Qué dejó doña Miriam?
“Mucha gente la apreciaba, otra gente se burló de ella por lo que estaba haciendo, se rió de ella”.
¿Por el caso de su hija?
“Del secuestro y asesinato de mi hija, mucha gente le aconsejaba a ella que se dejara de eso, porque el crimen organizado la iba a matar, pero era mucho su… para ella era un alivio cuando pescaban un criminal de los que mataron a mi hija”.
¿Qué hizo Miriam?
“Ella los localizaba, ella nunca actuó físicamente en contra de ellos, mi esposa nunca se peleó con nadie, ni amenazó con pistola a nadie… ella buscó a los criminales de mi hija, los señaló a las autoridades, buscó pruebas contundentes para incriminarlos, porque se dice que esto que paso, esto viene del penal de Victoria, porque ahí están los asesinos de mi hija”.
¿Se vengaron?
“Es una venganza de ello, yo sé que es una venganza”.
“Mucha gente aquí en San Fernando pues decía que andaba mal, porque pues aquí hay muchos desaparecidos … pero hay gente que, desaparece un hijo, un esposo y pos mejor se callan…”
A un vecino le llevaron a un hermano de él, se lo llevaron delante de él, entonces… el que entró detrás de su hermano era un solo hombre con una ametralladora.
Le digo: ¿Por qué no sacaste tu arma, era tu hermano? me dijo: “vale más que haya un velorio y no dos”.
-“Yo en mi caso, si yo hubiese salido, hubiera dado mi vida por mi esposa. Yo ahí estaba en la casa, pero cuando yo salí no vi a nadie, pero sé que no fue una banda que paso rafageandola… ese fue un solo criminal”.
Había sido un día de trabajo y poco festejo por el día de las madres y al final de la jornada eliminaron a una de las defensoras más activas en favor de las familias con personas desaparecidas.
Luis Salinas, el esposo de Miriam, saltó de la cama inmediatamente. Veía un programa en la Televisión.
Eran las 9:45 de la noche del 10 de mayo del 2017.
Casi después de esas dos detonaciones, pasaron dos segundos y se escucharon más disparos de arma de fuego.
Luis, presintió en ese momento, que el ataque era contra su esposa.
Llegó corriendo hasta la puerta, salió de la casa, vio el carro de Miriam y le gritó por su nombre con desesperación, pero no la localizaba con su mirada y ya no le contestaba.
Caminó por detrás del vehículo y alcanzó a verla casi a mitad de la calle. Estaba boca abajo y todavía no se desangraba.
Parecía que tenía un balazo en una de sus piernas, porque el pantalón blanco que tanto le gustaba vestir, fue el primero en revelar una línea de sangre.
Miriam, había tratado de correr, de huir de su asesino que la estuvo cazando, escondido a un lado del domicilio de ella, ubicado en Paso Real de San Fernando.
Los dos primeros disparos no dieron en el blanco, Miriam corrió, por eso los 11 balazos estaban en la espalda, en la cabeza, en la pierna.
El sicario que disparó contra la primer activista asesinada en Tamaulipas y defensora de familiares de desaparecidos, se tardó quizás 60 segundos para ejecutarla.
Estaba apunto de terminar el día, un diez de mayo, el día de las Madres en México.
Durante esa mañana, Miriam estuvo en su negocio, en el mercado municipal de San Fernando.
Como todas las mañanas, su esposo Luis y ella, se levantaban temprano.
Sus negocios colindan en el mercado, así que, hasta de reojo podían verse.
Miriam, tienen una empleada y por eso aprovechaba para salir en las mañanas y hacer sus gestiones ante la Procuraduría de Justicia o solicitaba ayuda para sus amigos del Colectivo.
Pero ese día en especial tenía mucho trabajo y todo se iba a retrasar.
Un día antes, había viajado a Monterrey, salió a comprar mercancía así que estaría sacando los artículos, armando cosas, acomodando, poniendo precios, porque el diez de mayo hay buenas ventas en el mercado.
Luis Salinas, se retiró temprano del mercado, como a las seis de la tarde.
-“Me retiré para ir a una casa a limpiar el zacatito y me lleve como una hora allá, me regreso y llegó a su negocio, ahí estaba ella, incluso le traje un ramo de flores”.
Así nos llevamos, le dije:
-“Mira, tú no eres mi madre, pero eres la madre de mis hijos, te traje este ramo”, pero dentro del ramo iban unos billetitos, a ella no le gustó el ramo.
Me dijo: “El ramo esta bien feo”.
-“Pues es el último que había ahí en la florería, pero pues ahí están los billetitos para que te compres uno a tu gusto”.
Dijo: “Mañana se los llevo a mi mamá. Ahí estaba una amiga de ella, Lety Flores.
Estuve platicando un rato, Lety se fue y le dije: vámonos, vamos a tomar un café por ahí”.
-“Pero mi esposa, creo que tenía otros planes, iba a juntarse con mi hija y unas amigas, iban a ir a un restauran a partir un pastel, yo no me di cuenta”.
-“Yo estuve como una hora con ella (a las 8 de la noche aproximadamente), la invite a irnos, a darnos una vuelta, pero ella me dice: Si quieres vete tú a la casa, y al ratito hablamos”.
Luis no la convenció y decidió irse a la casa, y como todas las noche, él llegaba primero y ella se quedaba en el centro, ella traía su carro y Luis su camioneta.
No hizo paradas en el trayecto. Eran las 8:30 de la noche cuando llegó a su casa y comenzó a realizar labores. Sacó la basura, anduvo recogiendo cosas de la casa, poniendo orden, alimentó al perro…
En el frente de la casa de Miriam, por donde le dieron los primeros impactos de bala, allí anduvo caminando Luis, por fuera del solar, posiblemente el criminal ya estaba escondido.
Para entonces eran al menos las 9 de la noche.
Si el asesino hubiera querido, quizás la primera víctima hubiera sido Luis. Todos por aquí, lo mismo que el esposo de Miriam, presumen que el criminal ya estaba esperándola, escondido.
Según pláticas de la gente, a ella ya la estaban siguiendo.
A las 9 de la noche, Miriam todavía estaba en su negocio, apunto de cerrar y cuando lo hizo, se fue a la casa de su hija, Azalia Yaneth.
Le estuvo pitando desde su carro, para ir al convivio, al parecer su hija no estaba, al menos no salió.
En platica, Luis recuerda cuando Miriam llegó a la casa, estaba acostado, viendo la Televisión y eran cerca de las 9:40 o 9:45 aproximadamente. Todo pasaría en un segundo.
El sonido peculiar que hace la alarma del carro de Miriam, era la confirmación de su llegada, Luis lo sabía.
Así los narra:
-“Cuando cierra el carro, ella estaba en la puerta -de la casa- parada, cuando se oye el pillido del carro, se escucharon dos balazos”.
“Luego se calmó por unos dos, tres segundos y luego se escucharon más -detonaciones de armas de fuego seguidos”- .
-“Yo brinco de la cama y salgo; Salí corriendo a buscarla y no la encontraba hasta que la vi ahí, tirada en medio de la calle, boca abajo… Ella alcanzó a correr, ella tenía once balazos en el cuerpo, por la espalda todos, tenía balazos en la cabeza”.
El esposo de Miriam se contiene cuando recuerda cada minuto de esa noche.
Empuña sus manos y le pega al escritorio que sirve de mostrador en su negocio del mercado municipal, donde se da el encuentro con el reportero.
-“Cuando llego a la puerta del carro, le grito, me asomo, y me voy hasta atrás del carro y ella estaba boca abajo… tenía poquita vida, ella alcanzó a pujar tantito y llego, la veo, le toco la espalda, porque no se le miraba sangre.
-“Le miraba sangre, pero detrás de la rodilla, sangre en su pantalón blanco que ella traía, lo que hago yo, es voltearla, levantarle la cabeza y pues rezarle… no alcanzó a decirme más que: “cuídame a mis hijos””.
-“Eran aproximadamente las 9:40 o 9:45 cuando ella me dijo eso”.
Luis la dejó por unos segundos, entró corriendo a su casa para tomar el celular y regresar a la calle.
Trato de reanimarla, le hablaba y le gritaba a la gente que le ayudarán a subirla al carro para llevarla al hospital.
Los vecinos, con el miedo natural que estos hechos representan, no los ayudaron.
-“¡Métase a la chingada, van a regresar!”, le decían sus vecinos.
Creían que era un comando que había pasado y la rafageo, pero no fue así, había sido un solo hombre y conforme pasaron las horas se confirmó la versión del sicario solitario.
Lo dejaron solo en la calle, los demás se metieron y apagaron las luces de su casa, pero lo veían por las ventanas.
Los minutos transcurrían, Miriam se estaba desangrando.
-“Yo me regreso, le hablo a mi yerno, le dije: mi esposa, la acaban de balacear, esta a media calle, háblale a una ambulancia y a la Policía”.
-“Y llegaron muy rápido, la policía, pero la ambulancia, la Cruz Roja, pasó media hora y no llegó… no llegó”.
-“La echamos en una cobija y la subimos en una camioneta de la Ministerial para llevarla al Hospital General, pero ya venía fallecida”.
¿No vieron al sujeto que disparó?
“No, cuando ella se bajo del carro, echó candado y el sujeto estaba escondido en lo oscurito y cuando ese sujeto sale, el sujeto le tiró dos veces. Después de la alarma del carro, pasó un segundo y se escucharon dos balazos y pasaron como dos segundos y se escucharon otros.
-“Yo me imagino que el sujeto no se los pegó porque ella corrió por atrás del carro, pero el sujeto iba tras de ella tirándole, por eso la mató, no la dejó hacer nada”, expone en su hipótesis.
Agrega: “Para mí que el que la mató regreso por el mismo lugar, entró por una pasada donde hay un solar baldío y tuvo que haber pasado o tuvieron que haber andado varios”.
¿Se escuchó algo más?
-“No se escuchó las llantas de un carro más, ¿quién se va a meter por otra gente que no es nada tuyo?.
-“Si cuando yo estaba con mi esposa, que la tenía levantada de la cabeza, pasó un pela’o en una camioneta y casi me pasa por arriba… esa camioneta siempre pasa por ahí, y pues quién se va a parar”.
Luis ha hecho sus propias indagatorias, pregunto alrededor, con algunos vecinos y nadie vio nada.
Sí escucharon los balazos pero todos apagaron las luces de sus casas, cerraron sus puertas y nadie sabe nada en esta zona de San Fernando.
Confía en que, con una minuciosa investigación se puede llegar al caso, pero no ha pasado nada desde hace un mes, no tienen ni idea de quién mató a Miriam, al menos no de manera oficial.
-“Tres o cuatro días antes de que la mataron, tuvimos el tema de conversación sobre los sujetos que se habían escapado del penal de Victoria, y sabía que uno de ellos estaba en las calles de Victoria, pero nadie lo podía detener”.
La vida solo
¿Cómo se puede vivir ahora?
-“Es una vida fea. Yo ya no tengo a nadie, prácticamente me quede solo. Tengo a mis hijos claro, pero ahora, cada quien hace su vida”.
-“Como quiera que sea con mi esposa, andaba mucho tiempo fuera, pero los días que estaba aquí convivamos. Ahorita más que todo, se siente muy sola la casa.
¿Qué dejó doña Miriam?
“Mucha gente la apreciaba, otra gente se burló de ella por lo que estaba haciendo, se rió de ella”.
¿Por el caso de su hija?
“Del secuestro y asesinato de mi hija, mucha gente le aconsejaba a ella que se dejara de eso, porque el crimen organizado la iba a matar, pero era mucho su… para ella era un alivio cuando pescaban un criminal de los que mataron a mi hija”.
¿Qué hizo Miriam?
“Ella los localizaba, ella nunca actuó físicamente en contra de ellos, mi esposa nunca se peleó con nadie, ni amenazó con pistola a nadie… ella buscó a los criminales de mi hija, los señaló a las autoridades, buscó pruebas contundentes para incriminarlos, porque se dice que esto que paso, esto viene del penal de Victoria, porque ahí están los asesinos de mi hija”.
¿Se vengaron?
“Es una venganza de ello, yo sé que es una venganza”.
“Mucha gente aquí en San Fernando pues decía que andaba mal, porque pues aquí hay muchos desaparecidos … pero hay gente que, desaparece un hijo, un esposo y pos mejor se callan…”
A un vecino le llevaron a un hermano de él, se lo llevaron delante de él, entonces… el que entró detrás de su hermano era un solo hombre con una ametralladora.
Le digo: ¿Por qué no sacaste tu arma, era tu hermano? me dijo: “vale más que haya un velorio y no dos”.
-“Yo en mi caso, si yo hubiese salido, hubiera dado mi vida por mi esposa. Yo ahí estaba en la casa, pero cuando yo salí no vi a nadie, pero sé que no fue una banda que paso rafageandola… ese fue un solo criminal”.