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Así eran las millonarias fiestas de La Barbie, El rey de Acapulco: hasta 100 mil pesos en alcohol ¡en una sola noche!

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Meses antes de su detención, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, comió en un restaurante de la zona Diamante de Acapulco, un exclusivo lugar de la joya del Pacífico donde el capo disfrutaba departir con socios, pistoleros y operadores financieros. Fue la última vez que cerró para él ese local, como hacía con otros. Pidió para todos lo mismo: jugosos cortes argentinos y champán.

“Celebrarían algo”, relata un testigo de esa escena, y pide el anonimato. Recuerda que el narcotraficante de origen estadounidense, uno de los más sanguinarios en la historia de los narcos en Guerrero, reía con sus amigos y brindaba. De lejos parecía una reunión alegre, de lo más normal. “Como si La Barbie no fuera La Barbie (...) ¡Lucía como cualquier cliente devorando carne!”. Sobre la mesa, una copa de su bebida favorita: Moët & Chandon.


El lugar cerró por completo, una rutina que ordenaba Édgar Valdez Villarreal en sus sitios predilectos. Esa vez, ahí, sería la última. Se acomodaron cubiertos para 30 personas. Algunas entraron armadas. Todo cerca de la medianoche, cuando había poca gente en la zona.

Llegaron seis camionetas y bajaron quienes iban a cenar. Otros hombres acomodaron las unidades a pocos metros del sitio. Esperaron no más de tres horas.

“Édgar se reía mucho ese día”. Era un joven cortés, pero al caminar miraba por arriba del hombro. No todo el tiempo hablaba en español, en ocasiones y sin gritar, lo hacía en inglés.
Se le colaban frases simples como: “That’s, ok”. En la zona no ponían tonadas a alto volumen, pero los gustos musicales de Valdez Villarreal siempre fueron estruendosos: corridos diversos, en especial el suyo, y música norteña.

Esa noche, el testigo recuerda que fue a mediados de marzo de 2010. Entre pláticas triviales y choque de copas, era impensable que los días en libertad de La Barbie estuvieran por terminar. Esos de noches enteras en antros como Palladium y Clásico del Mar, ubicados en la famosa colonia Escénica de Acapulco.

Faltaba poco para que llegara el fatídico 30 de agosto de 2010. En esa fecha, en un operativo dirigido por la Policía Federal (PF), sin disparos, La Barbie fue detenido; a partir de ese día no cantaría más sus predilectas norteñas en restaurantes, como acostumbraba. Posesión de armas, privación ilegal de la libertad, delitos contra la salud y delincuencia organizada, entre los cargos que se le imputaron.

“La Barbie era y es La Barbie. Por esa razón no es conveniente que uno lo ande recordando”, dice el testigo sobre el narcotraficante. 

La llegada

La historia de Édgar Valdez Villarreal cobró notoriedad en Guerrero después de la muerte de Carlos Esteban Landeros Sánchez, en febrero de 2006, cuando el lugarteniente de Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, murió en un enfrentamiento con policías preventivos de Acapulco, en ese municipio. El saldo: cuatro muertos.

En esa época, La Barbie seguía al mando de Arturo Beltrán Leyva, El Jefe de Jefes, y vivía en Laredo, Tamaulipas. La Fiscalía General del Estado (FGE) reconoce 2006 como “el antes y el después de la ola de violencia en Guerrero”, cuando el ex presidente Felipe Calderón declaró la guerra contra el crimen organizado.

A La Barbie se le recuerda en varios momentos en Acapulco. En el puerto es uno de los hombres más presentes en la memoria de comerciantes, prestadores de servicios y pobladores consultados por El Universal. Cuando escuchan su nombre piensan en las balaceras, muertes y violencia que dejó, pero también porque llegó a cerrar, para él y sus amigos, el Baby’O, la disco más afamada de la historia de Acapulco, ubicado en la costera Miguel Alemán.

El imperio de La Barbie y su pacto con Estados Unidos

Otro de sus antros favoritos era El Alebrije, donde una botella de champán costaba 16 mil pesos y era llevada a la mesa con un espectáculo: una persona de baja estatura vestida de Superman era lanzada por un mesero, al tiempo que explotaba pirotecnia.

Las aventuras de alcohol, diversión, drogas y mujeres de La Barbie no son 100% verificables. En el caso del Alebrije, cerró en 2013 por la violencia, por ejemplo, pero varios acapulqueños que coincidieron en esa época con el capo están seguros de lo que vieron. 

Lo recuerdan como el hombre ejercitado que llegaba a pagar cuentas por arriba de los 100 mil pesos. Muchos dicen que La Barbie presuntamente compartía con hijos de políticos y famosos en esos sitios.

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