Que a la muerte de Alberto Cervantes, líder de la agrupación Explosión Norteña, le haya antecedido un “levantón”, es algo que la Subprocuraduría de Justicia de Playas de Rosarito ha descartado.
Además, de acuerdo con la procuradora Patricia Ortega, con descripciones hechas por testigos y otros elementos más, es posible trazar “cierto rumbo”, un caso que no es aislado y que se relaciona con información de otros delitos en Tijuana. Pero hay datos relevantes que el Ministerio Público aún no tiene en su poder, por ejemplo, el informe del Banco de Balística que especifique si el arma 38 Súper ha sido utilizada en otros crímenes.
Además, aunque la información dicta que previo a la ejecución solo se dio un forcejeo, cuando fue encontrado, el cuerpo de “El Beto” tenía alrededor de 28 lesiones, entre raspones y rasgaduras en la piel, una herida de bala en la región izquierda del cuello y un proyectil en el tórax.
“No podemos exponer una determinada línea de investigación, lo que le puedo decir es que sí se han entrevistado varios testigos, únicamente podemos comentar que el señor no fue bajado de la unidad, sino que iba caminando de la calle”, refiere la subprocuradora de Zona Rosarito de la Procuraduría de Baja California.
La mañana del jueves 1 de septiembre, el cantante y escritor de narcocorridos salió de un domicilio de la colonia Constitución de Rosarito, en la calle Michoacán, y como si lo estuvieran esperando, de inmediato una camioneta Chevrolet Suburban dorada se le emparejó. Según testigos, en el auto viajaban de una a dos personas, y fue el conductor quien bajó y golpeó al músico, forcejearon y se escucharon los disparos, pese a que solo se encontró un cartucho en el lugar.
El o los responsables avanzaron algunos metros hacia el sur sobre la calle Michoacán y dieron vuelta en “U” para llegar nuevamente hasta donde el cuerpo abatido de Cervantes, se pararon un instante y huyeron.
Todo indica que el occiso transitaba pie tierra hacia su casa en aquel municipio. Autoridades y servicios médicos lo encontraron sin vida, vestido con shorts y camiseta a medio torso, sin teléfono celular, pero con cartera e identificaciones; heridas y raspones en diversas partes del cuerpo y una mancha de sangre que se alejaba de su cabeza, específicamente del cuello.
El reporte del Servicio Médico Forense (SEMEFO) determinó que se desangró, la vena yugular estaba lacerada. Su viuda no ha aportado información relevante sobre el caso, no mencionó incidentes previos o conflictos.
Solo explicó que desde 2007 –un año después de que le dispararan en la colonia Guaycura de Tijuana “por un lío de faldas”- y hasta 2015 estuvo preso y bajo arraigo en varias ocasiones.
La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) obtuvo de la Unidad Mixta de Inteligencia Regional (UMIR) información sobre tres internamientos en prisión: 2007 en la penitenciaría de Tijuana por delincuencia organizada -fecha en que fue Cervantes arrestado en una comida con Raydel López “El Muletas” -quien logró escapar-; en 2008, en un penal de la Ciudad de México; y en octubre de 2014, también por delincuencia organizada, en el CEFERESO de El Salto, Jalisco.