Hipólito Mora está al otro lado de la línea: “Me quieren asesinar”, dice. La voz del líder de las autodefensas de La Ruana, en Buenavista Tomatlán, tiene como telón de fondo la gritería de unas aves: el ruidoso atardecer de la Tierra Caliente.
“Se lo digo como es —prosigue Mora—, la única autodefensa que no tuvo contacto con el crimen organizado es la nuestra. En todos los demás grupos, sí, en todos los demás grupos, se infiltró el narcotráfico. Dejaron que gentes involucradas con la delincuencia organizada se hicieran líderes de las autodefensas, y así fue como se perdió todo esto”.
El contacto con Mora ocurre luego de que la semana pasada se publicaran en este espacio varias columnas dedicadas al reacomodo de la delincuencia organizada en Michoacán tras la caída de Los Templarios y el surgimiento de grupos regionales como Los H3 y Los Viagras.
“Los hemos resistido con 40, 50 personas. Ya dos veces se nos echaron encima —dice Mora—. Son los mismos señores que todos los días salían en la televisión y en los diarios. Los mismos que engañaron a la gente, apoyados por funcionarios”.
A Mora le mataron a un hijo en una balacera contra Los H3, el grupo de Luis Antonio Torres, mejor conocido como Simón El Americano. La gente de El Americano quería apoderarse de La Ruana. La gente de Mora, que formaba parte de la Fuerza Rural, les impidió el paso. El tiroteo duró dos horas, hubo seis muertos. “Seis de ellos, cinco de nosotros”. El primero en morir fue el hijo del fundador de las autodefensas. Tenía 32 años.
Hipólito pasó poco más de dos meses en prisión. Un juez lo dejó en libertad al considerar que él y sus hombres habían actuado en legítima defensa.
Desde entonces está amenazado de muerte. Mora dice que tarde o temprano le van cumplir la amenaza.
—Ellos no quieren dejar su negocio. Les han matado y les han detenido gente, así que están molestos, tienen mucho coraje. Yo para ellos soy un estorbo.
—¿De quién viene la amenaza?— le
pregunto.
—De los mismos de siempre, Los Templarios. Porque al final todos vienen de Los Templarios. Se me acercan a través de otras personas para decirme esto o lo otro: que me van a mandar 500 hombres a mi casa, que le pare o van a asesinar a los muchachos que andan conmigo. Les molesta que no los dejamos agarrar su negocio, los narcolaboratorios. Antes La Ruana estaba bañada de narcolaboratorios, olía a droga las 24 horas. Logramos cerrarlos y eso es lo que no me perdonan.
—¿Esos “mismos de siempre” están ubicados?
—Están. El gobierno sabe quiénes son. Y no hace nada para detenerlos. Yo quisiera alcanzar a ver eso: que los detengan.
—¿Por qué no los detienen? ¿Hay funcionarios involucrados?
—Hay algunos. Estatales, federales, hay de todo.
—¿Usted se siente hoy en peligro?
—Mire, viene gente todos los días y me dicen: “Hipólito, cuídate muchísimo, se oyen pláticas”. Saben del peligro que corremos. En La Ruana las cosas están muy tensas, aunque está la Base de Operaciones Mixtas. Pero las amenazas no bajan. Ayer me visitaba una familia, me llamaron y me dijeron: “Hay muchos civiles armados cerca, quieren ir para allá”. Le dije a quienes me visitaban que se fueran, que no era recomendable que estuvieran aquí… Ahora busco siempre dónde pararme, dónde no quedar de blanco. Porque me están buscando. Me están buscando para asesinarme.
—¿Y el gobierno de Silvano Aureoles?
—El gobierno de Aureoles va empezando, ha hecho algunos operativos fuertes, pero los delincuentes responden, lo bloquean.
—Hay varios ex gobernadores michoacanos que presuntamente estuvieron involucrados con el narco. ¿Qué sabe de ellos?
—No voy a tocar ese tema. Estoy rodeado de enemigos. A donde voy estoy esperando que me rodeen unas camionetas. Y nos van a matar a todos, nos van a rodear y nos van a matar. Créame, me tienen rodeado.
—¿Qué opinión tiene de la actuación del ex comisionado Alfredo Castillo en el estado?
—Castillo es un inepto, un corrupto. No debería ocupar un puesto en el gobierno. Vi cómo manejó las cosas, hizo amistades con los delincuentes. Gracias a él los delincuentes se adueñaron de las autodefensas. Por él tenemos este desorden. Pudo detener las cosas y no lo hizo. Esa gente le ha hecho a Michoacán cosas horribles y no la pusieron en la cárcel, y eso calienta.
—¿Alguna vez intentaron comprarlo?
—La Tuta y El Chayo me ofrecieron dinero. Pero no me metí en esto para hacerme rico. Me metí en esto para que dejen a la gente trabajar en paz.
—¿A pesar de las amenazas, piensa seguir levantando la voz?
—Tiene que ser así. Yo creo que estoy loco, y que los muchachos que andan conmigo también. Porque nos vamos a morir en la raya hasta que los delincuentes se vayan y la gente recupere su vida.