Un elemento de la milicia hace saber el nombre de uno de sus seis compañeros muertos durante la emboscada de este viernes en Culiacán.
Culiacán, Sinaloa.- La madrugada de este viernes, la emboscada a un convoy de militares en Culiacán, Sinaloa dejó un número rojo de seis soldados caídos y once heridos.
Sicarios con armamento de alto poder y aditamentos explosivos incendiaron la unidad donde se transportaban los elementos castrenses.
En las llamas uno de los cuerpos quedó calcinado.
La expectativa empezó a circular desde muy temprana hora; en su mayoría las reacciones vertidas auguraban un torbellino de violencia. Todavía. La ciudadanía en todo momento estuvo al pendiente, la incertidumbre y el morbo que produce saber que corre mucha sangre era acentuado por cada titular alarmista que anunciaba las novedades en torno al hecho.
Hasta el momento y desde otra arista los militares, con recelo, realizan rondas por toda la ciudad. Buscan a los criminales.
La pesquisa es intensa. Es personal. Seis de sus compañeros fueron sorprendidos, otros once se debaten entre la vida y la muerte. El crimen organizado les ha declarado la guerra en este su territorio y entre su gente.
Los soldados vigilan con malicia. Para ellos todos son sospechosos. Y es que no pueden confiar en nadie, están en medio de una tierra que no es la suya. Arriba están los altos mandos del gobierno resguardados, sin sudar, en sus oficinas publicando en redes lamentaciones y varias letras, letras y letras de apoyo. Tan ajenos...
Pero ellos, los simples cabos están en la calle, entre las balas y las granadas. Por un sueldo que tal vez, ni siquiera lo vale...
A un lado tienen a los "delfines" blindados de la capital del narco que los caza; al otro, está una población civil que no los quiere, que los ve con desconfianza, y que a pesar de las terribles formas en las que puedan morir, no les llora.
Mientras la nota roja de los diarios nacionales cita y lamenta una María, una Karen, una Adriana y un León. Los militares parecen no tener nombre.
¿Quién sabe la identidad de las víctimas, quién pregunta si hay una madre, una esposa o un hijo que les llora?
¿Quién podrá tener la duda sobre que tanto les habrá apretado el sueño mientras hacían la misión a esas horas de la madrugada? ¿Tendrían sueño? ¿Los "guachos" duermen?
Uno de los hombres muertos fue Cristian, cabo de sanidad.
Un soldado hizo llegar un mensaje y una foto:
"EL ERA UNO DE NUESTROS COMPAÑEROS CAÍDOS EN SINALOA, UN GRAN ELEMENTO, UNA GRAN PERSONA, QUE PRÓXIMAMENTE IBA A SER PADRE, AL CUAL LE ARREBATARON LA VIDA, HAN DEJADO A UNA MUJER VIUDA Y A UN HIJO QUE NUNCA CONOCIÓ A SU PADRE, DESCANSE EN PAZ CABO DE SANIDAD".