Todavía no se sabe a qué corte federal de Estados Unidos podrían ser enviados, pero desde el 27 de octubre de 2011 los hermanos Avendaño Ojeda habían sido boletinados por el Departamento del Tesoro como personajes ligados al narcotraficante sinaloanse Ismael “El Mayo” Zambada.
Desde entonces el gobierno mexicano los colocó en su lista de los 122 objetivos de prioridad del crimen organizado, pero en Sinaloa a los hermanos poco se les conocía, sus actividades siempre fueron de bajo perfil, lejos de las pugnas por plazas y territorios.
En noviembre de 2014, tras los operativos de la Marina que perseguían detener al Mayo Zambada y a los hombres de su primer círculo (el Mayito Gordo y Alfonso Limón Sánchez fueron arrestados), también corrió la versión de que El Chiquilín Avendaño, como se le conoce a Martín Gaudencio, había sido preso.
Pero en realidad el primero de los hermanos en caer fue Héctor Manuel, en un operativo sigiloso de la Policía Federal, División Narcóticos, que lo arrestó en la zona del Tres Ríos por donde, se dice, los hermanos poseían propiedades.
La caída del Chiquilín
De acuerdo con el comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, fue el 2 de septiembre en las inmediaciones del municipio de Zapopan, Jalisco, cuando fuerzas federales concretaron la captura cuando estaba a bordo de una camioneta.
“La detención de Martín se logró después de un intenso trabajo de gabinete y de campo con el que se logró precisar su identidad, a la vez que se obtuvieron datos que permitieron establecer su zona de movilidad y acción, en las inmediaciones del municipio de Zapopan, en el estado de Jalisco”, explicó.
“Al notar la presencia de la autoridad, Martín intentó evadirse de dicha acción y lesionó a uno de los policías federales e impactó el vehículo en el que pretendía huir, para finalmente ser detenido. Durante la detención se le aseguraron dos armas de fuego y un paquete con cerca de un kilo de cocaína”, dijo Sales Heredia.
Durante un mensaje a medios el funcionario federal detalló que Avendaño Ojeda es probable responsable de coordinar una red de distribución de droga en los Estados Unidos, así como de establecer centros de operación en Ensenada, Baja California, y en los municipios de Comondú y Loreto, en Baja California Sur, para la organización delictiva.
La detención del Meño
El 28 de junio pasado, la Policía Federal en coordinación con el Ejército Mexicano y la Interpol México capturaron en Culiacán a Héctor Manuel Aveñado Ojeda, El Meño, en un operativo que pasó desapercibido para los medios locales.
Tampoco se reveló los cargos, pero se informó de manera oficial que El Meño contaba con una acusación en una corte federal de Estados Unidos por lavado de dinero y tráfico de drogas. Fue el primero de los tres hermanos en caer. También se supo que nos hermanos más allá de trabajar bajo las órdenes del Mayo Zambada más bien lo hacían por su cuenta, pero pagando el piso correspondiente al capo de la sindicatura de El Salado.
Días después, el 16 de julio, su hermano Sergio Avendaño Ojeda interpuso un amparo ante un juez federal para, al menos en lo legal, impedir que las autoridades federales lo detuvieran.
De acuerdo con la lista de estrados, el amparo lo interpuso por medio de sus abogados ante el Juez Cuarto de Distrito en Materia de Amparo Penal con sede en la Ciudad de México.
Entonces se inició el expediente 622/2016, y el motivo era contra la “orden de detención con fines de extradición y/o la orden de presentación”.
Sin embargo, el juicio de amparo no prosperó debido a que las autoridades que fueron requeridas en torno al mandamiento judicial en su contra negaron el acto reclamado.
Apenas el 30 de agosto pasado el juez federal decretó el sobreseimiento del caso ya que las autoridades no informaron sobre el expediente abierto de Avendaño Ojeda y tampoco la defensa legal de éste no logró comprobar la existencia del acto que reclamó.
Según el comunicado que emitió la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro, fue la DEA la que logró recopilar información en torno a los hermanos, y así ficharon el autódromo Culiacán ubicado a un costado de la carretera México-15, al sur de la capital, como parte de los negocios de lavado de dinero.
Sin embargo, el representante legal acudió a los medios de comunicación para deslindar al autódromo de los negocios turbios, y sostuvo que los dueños son socios que trabajan de manera honesta. Hasta la fecha la PGR no ha intervenido este negocio.