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Quien esta detrás de la emboscada contra militares: Culiacán dividido entre los Guzmán, los López Nuñez y los Zambada

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Por segunda ocasión en este año el ejército fue emboscado por grupos criminales en el estado de Sinaloa, ahora sucedió a las afueras de Culiacán, donde la madrugada del viernes 30 de septiembre un convoy militar fue atacado por sorpresa dejando cinco militares fallecidos y diez heridos, varios de ellos de gravedad. En enero pasado sucedió en La Huerta, Mocorito, donde una patrulla del ejército fue atacada por pistoleros donde cinco militares murieron. Las disputas al interior de la mafia sinaloense del narco, sus ajustes y reacomodos, son el contexto donde los mandos militares poco han podido hacer para plantar cara al poder de fuego del crimen organizado.

"El control de Culiacán estaría dividido entre los Guzmán, los López Nuñez y los Zambada"
Ciudad de México.- Son los hombres de mayor confianza de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, se les conoce como “los Chimalis”, y serían uno de los grupos armados que la madrugada del pasado viernes 30 de septiembre pudieron haber emboscado un convoy del ejército en la salida norte de Culiacán, donde murieron seis militares y ocho más resultaron heridos; de igual manera lo habrían podido haber hecho los grupos afines a los Damaso y a los Zambada e incluso los Beltrán Leyva. El ataque fue perpetrado en contra de tropas que custodiaban una ambulancia donde era trasladado Julio Oscar Ortiz Vega, apodado “el Kevin”, uno de los “líderes emergentes” del cartel de Pacífico, herido en un enfrentamiento en la comunidad de Acacoragua, en el municipio serrano de Badiraguato, Sinaloa.

El ataque duró menos de una hora. De acuerdo a fuentes de la tercera región militar con sede en Mazatlán, los fallecidos y heridos pertenecían a la 24 Compañía de Infantería No Encuadrada (C.I.N.E.), que tiene su sede en San Ignacio, al sur del estado. Efectivos de esta unidad más los que forman la 20 C.I.N.E. que tiene su sede en la capital de la entidad, se habrían sumado a tropas del 110 batallón de infantería, para reforzar las operaciones contra el narcotráfico y los grupos que se disputan la zona del Triángulo Dorado, donde en junio pasado hubo incursiones armadas en La Tuna, poblado natal de Joaquín “El Chapo” Guzmán; Huixiopa, donde nació Juan José Esparragoza Moreno legendario capo y uno de los jefes más longevos del cartel al que se dio por muerto hace un par de años pero cuyo cadáver nunca apareció; La Palma, cuna de los hermanos Beltrán Leyva; así como Arrollo Seco y otras comunidades que colindan con Chihuahua.

Iván Archivaldo, hijo del Chapo Guzmán, quien junto con su hermano Alfredo son conocidos como “los Menores”, se deslindaron del ataque horas después por medio del abogado de su padre. Sin embargo el general de división Alonso Duarte Mújica, comandante de la tercera región militar que abarca las zonas militares de Durango y Sinaloa, aseguró el viernes que la sospecha sobre los dos hijos del hombre que encabezó a la organización hasta enero pasado cuando fue detenido, se basa en la participación de grupos que tienen el control en la capital sinaloense.


En el último año “los Menores” abrieron varios frentes al interior del estado de Sinaloa contra grupos antagónicos y ex socios de su padre. Reportes de la Procuraduría de Justicia de la entidad, refieren que encabezaron una disputa y se quedaron con el control territorial del corredor Culiacán-Navolato, otrora sede del clan de los Carrillo Fuentes. En ese lugar desplazaron a “los Dámaso”, como se conoce al grupo que encabeza Dámaso López Núñez, operador del cartel y antiguo hombre muy cercano al Chapo Guzmán apodado “el Lic”. Ahí fue donde el grupo de “los Chimalis” se hizo fuerte contra “los Montana”, la pandilla de pistoleros que encabeza el hijo de Dámaso, conocido como “el Mini Lic”.

El control de Culiacán, de acuerdo a este reporte, estaría dividido entre los Guzmán, los López Nuñez y los Zambada. Fue Iván Archivaldo quien recibió la anuencia de Ismael “el Mayo” Zambada para defender el territorio serrano donde su tío, Aureliano Guzmán Loera, es quien encabezaría las hostilidades contra el grupo de los Beltrán Leyva, lidereado por Alfredo Beltrán Guzmán, hijo mayor de Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo, detenido en enero del 2008 y cuya captura se tradujo en la mayor ruptura que ha tenido el clan de Sinaloa desde los años 90, seguido de un baño de sangre en la capital del estado.

72 horas de rabia y desasosiego

El primer fin de semana de octubre del 2016, será recordado como uno de los más tristes para los deudos y compañeros de los seis militares fallecidos. También el del anuncio por parte del alto mando militar de una ofensiva “con todo” en contra el cartel del Pacífico, que no se da desde que el ejército se hizo a un lado del combate frontal a los grupos del narco en la entidad al iniciar el sexenio.

Al amanecer del viernes 30 de septiembre la base militar de Culiacán, sede de la comandancia de la novena zona, era un hervidero de movimiento de tropas, unidades artilladas y vehículos de transporte. En Mazatlán dentro de las instalaciones castrenses de la región militar, helicópteros de la Fuerza Aérea comenzaron a movilizar soldados vía aérea desde muy temprano hacia la capital del estado.

Eran las primeras horas después de la emboscada que fue ejecutada con precisión, en donde los que la realizaron cumplieron con su objetivo de rescatar a un individuo y aniquilar a los soldados. Según una definición tomada del Manual de Operaciones en Campaña (MOC), una emboscada se define como “un ataque sorpresivo hacia fuerzas enemigas en movimiento”. Dentro de los objetivos de las emboscadas, se encuentran el rescate de prisioneros y el aniquilamiento del adversario. Algo que ocurrió en ambos casos.

Según fuentes castrenses el objetivo central no fue rescatar a sangre y fuego a un pistolero de poca monta, sino enviar un mensaje de parte del cartel de Sinaloa de que está más vivo y tiene más poder que nunca a pesar del encarcelamiento de su máximo líder y el secuestro reciente en Puerto Vallarta de los dos vástagos de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Este fue un acto de demostración de fuerza, que en lo político deja muy mal parado al gobierno federal y a las fuerzas armadas ya que se arrebató al Estado mexicano el monopolio del uso de la fuerza, consideran. Una señal de anarquía, rasgo de la actuación de las organizaciones del narcotráfico desde hace varios años en diferentes puntos del territorio nacional, añaden.

Hasta el pasado domingo 2 de octubre, el reporte de los heridos era que un teniente se encontraba muy delicado, un sargento segundo estaba en situación grave ya que por las heridas podría perder una pierna, y un soldado permanecía con estado de salud reservado. Cinco soldados más se encontraban bajo observación con ligeras mejorías. Según los reportes, los militares fueron atacados con fusiles Barret calibre .50 milímetros, granadas de fragmentación y fusiles AK.47 y R-15, a la altura del fraccionamiento Barcelona, en la salida norte de la capital sinaloense.

El mismo viernes una compañía, alrededor de 100 efectivos, del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), llegó en vuelo proveniente de la ciudad de México a Culiacán. Son parte de la avanzada que opera ya en el estado para intentar dar con los responsables del ataque. De acuerdo a las mismas fuentes militares, se realiza una búsqueda por todos los medios de gente vinculada a la emboscada, el sábado se aseguraron dos camionetas que los pistoleros usaron y se tienen pistas de los autores materiales.

El sábado en la ceremonia luctuosa y homenaje de cuerpo presente de los militares caídos, realizada en la explanada del 94 batallón de infantería en Culiacán, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional, lanzó una dura advertencia a los autores del ataque. “Nuestros soldados fueron emboscados por un grupo no contabilizado de enfermos, insanos, bestias, criminales con armas de alto calibre incendiando dos vehículos militares, seres sin conciencia que basan sus acciones en atemorizar a la gente de bien”. (…) “Que las organizaciones criminales sepan que no descansaremos hasta que sean juzgados por sus delitos con todo el rigor de la ley, que la indignación presente en muestra actitud y nuestra moral se encauza para fortalecer nuestra convicción para reducir la violencia y los delitos”.

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