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En Culiacán, de una niña bella a una “buchona” extravagante

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Culiacán, Sinaloa.- “De una niña bella, inocente, a una buchona extravagante… Así las cambio”, señala un cirujano plástico, quien asegura que la mayoría de sus clientas son estudiantes de preparatoria, muchas de ellas, impulsadas por las madres que quieren que su hija sea bella para que “se cotice mejor”.

“Esa es la realidad, por duro y grotesco que parezca. Muchas madres hacen lo que sea para que sus hijas se sometan a una operación para verse bellas y los narcotraficantes pongan sus ojos en ellas”, señala.

Entrevistado en su consultorio, cuenta que la mayoría de sus clientes son mujeres de entre 16 a 22 años “porque las de mayor edad van pasando de moda para el narco”.

Precisa que a veces llegan solas, otras acompañadas por su pareja, quien en la consulta él mismo cliente “pide a la carta” con estas palabras: póngale más nalgas, quítele la grasa de la panza, auméntele las chichis; opérele la trompa, la quiero carnosa”.

El cirujano señala que lo que más llama la atención es que la mayoría van acompañadas por familiares, su mamá por ejemplo.

Revela que cada año su trabajo está más cotizado, aunque en confianza aclara que, a veces, sí teme por su vida, debido a que en ocasiones no puede cumplir con la fantasía del narco.

“La quiero bien muñequita, no me vaya a salir con que no se pudo… Me dicen y pagan en dólares”.

Nuestro entrevistado asegura que sus clientas “en su mayoría son buchonas. Así se presentan y lo hacen con orgullo”.

El médico señala que gran parte de sus pacientes son estudiantes de preparatoria que quieren ser hermosas y las madres les dan volantín, las empujan.

“Así lo vas a tener comiendo de tu mano”, le dijo una señora a su hija cuando vio el cambio al ponerle unos implantes en los senos, primero y así fue cambiando de imagen, le practiqué ocho cirugías, al poco tiempo, supe que mi clienta fue asesinada, ese fue el precio que pagó al convertirse de una niña bella, inocente, a una buchona extravagante”.

Recuerda que no hace ni un año, le llegó un hombre bien vestido, sobrio, llevaba una muchacha muy bonita pero un poco llenita, “me pidió que le quitara unas costillas; la quiero mejor que Thalía, me dijo. Le aclaré que era imposible hacerle cualquier operación porque de acuerdo a sus exámenes que ya traía su mujer, tenía problemas serios del corazón, se molestó y aquí mismo en el consultorio le dijo a la jovencita que así no le servía porque él quería una buchoncita…”

A las buchonas le gustan las fiestas y gastan dinero a manos llenas en bares en los que se divierten al ritmo de los narcocorridos o la música de bandasgrupera, o bien, gastan en lujos que, como Moni -una joven que orgullosa muestra un reloj Tiffany&Co-, no le agradan las imitaciones. “Me gusta lo fino y caro”.

“Me gusta la ropa italiana de Versage, y Prada, de este última marca me gustan los bolsos; los vestidos, originalitos, eh, nada de imitación”, dice orgullosa y asienta que a su “novio” lo trae loco.

“Pos como no, si a cada rato estrena, con decirte que me sometí a una himenoplastía –cirugía para recuperar la virginidad-, porque él quería otra vez a una señorita y pronto me voy a hacer un aumento mamario, cuando tenía 16 años, me reduje las mamas, ahora quiere que tenga un poquito más y a mi rey lo que pida, para que no ponga los ojos en otro lado…”, indica con cierta picardía.

A sus 19 años, asegura que su “novio” es un hombre casado y que en ciertas ocasiones lo acompaña en sus viajes.

A veces con mirada inocente, otras veces con sonrisa vampiresa, dice que antes no podía comprarse ni un vestido de imitación, no conocía el mar, su familia es de un rancho de Mocorito.

Asegura que las tiendas departamentales no le llaman la atención “para nada, aunque me gusta ir de compras, pero para regalarle a mi madre, a mis hermanas, mi ropa la surto en el extranjero, mi novio, cuando tiene tiempo, nos damos una escapadita”.

Moni dice que nunca se imaginó llegar a este mundo de glamour. Ella se fue a estudiar la secundaria a Guamúchil. Vivió con unos parientes que la trataban mal; con penurias terminó su educación básica y decidió trasladarse a Culiacán, llegó a una casa de estudiante de la universidad, con la idea de hacer su preparatoria.

“No duré ni un mes en esa casa, había muchas miseria, una amiga me invitó a su departamento, ella era novia de un mandadero de un narco, le iba más o menos, me gustó la vida que llevaba, le platiqué a mi mamá y ella me aconsejó que yo también me buscara uno”.

En Sinaloa es alarmante el aumento de “las buchonas” porque las madres lo propician

La diputada del Partido Sinaloense Rosario Sánchez Zatarain y secretaria de la Comisión de Equidad Género y Familia del Congreso del estado asegura que en Sinaloa es alarmante el aumento de “las buchonas”.

“Es preocupante la actitud que asumen y las decisiones que toman las jóvenes, las mujeres en lo general por hacer cambios de manera corporal y esto es una patología que cada día crece más y más en Sinaloa”, indica.

Doctora en Psicología Humanista y licenciatura en Trabajo Social, la diputada precisa que en el rol de las “buchonas”, las madres juegan un rol muy importante.

“Antes eran las mujeres adultas que por el tránsito de la vida, por lo que hace el tiempo de manera normal, y ante la insatisfacción de su cuerpo, acudían a ese tipo de operaciones o decisiones, pero hoy son más las jóvenes las que se buscan la belleza a través de cirugías y eso se ha convertido en una patología muy grave auspiciada por la propia madre”, señala.

Lo más lamentable de ello, agrega, es que detrás de esas decisiones impera una gran inseguridad y una falta de aceptación de cómo son, pero, sobre todo, se ha venido utilizando para escalar niveles de aceptación ante el hombre, pero, aclara, no de todos, sino a cierto tipo de hombres, los que se dedican a actividades ilícitas, eso se ha venido magnificando y aumentando de manera alarmante.

La diputada, quien es también maestra de la Universidad Autónoma de Sinaloa, señala que a través de la materia que ella imparte se hizo un estudio sobre esta problemática y los resultados son verdaderamente preocupantes.

Lamentablemente, añade, aquí tiene que ver el concepto cultural y el concepto familiar porque muchas de esas jóvenes fueron formadas en un marco de valores. Entonces, agrega, quiere decir que ese marco no está tan sólido, no ha sido tan fuerte como para que ellas puedan evadir ese tipo de acciones.

“El nivel de competitividad al que las jóvenes se han venido exponiendo es desigual porque están priorizando lo estético, están priorizando lo físico, lo superficial y en lo que se tiene que competir como ser humano, es en todo, es integral, como mujer no puedes sobresalir solamente por tu cuerpo”, indicó.

La mujer como ser humano tiene grandes habilidades, fortalezas, tiene creatividad, inteligencia y belleza física, pero lamentablemente en Sinaloa, como en otros lugares, dijo, los hombres han desvalorizado esas cualidades.

“No sé qué tengan que ver aquí los concursos de belleza. En realidad, no puedo asegurar si eso tiene una influencia inmediata o desde dónde ha venido generándose, porque antes era normal y natural que quienes concursaban eran jovencitas naturales. Hoy podemos ver que muchas de las concursantes tienen ciertos arreglos de nariz, de pómulo, de esto, de lo otro. Eso es lamentable de cómo se ha venido comercializando a la mujer”.

Es muy normal ir a una plaza y observar cómo es evidente el cambio y, a veces, esos cambios, en lugar de ser mejores con la estética que se realizan, se convierten en jóvenes deformadas porque pareciera ser que hay un solo patrón, indica.

“Lo neurálgico de esto es que en Sinaloa hay grupos que se van a realizar este tipo de operaciones a Colombia, por más barato, por más exitoso, por más estético, pero finalmente lo que está detrás de esa patología que ha venido preocupando son los motivos por lo que muchas mujeres sinaloenses quieren ser bellas”.

Ahora –dice la diputada- la ven como un objeto, una figura decorativa. Eso es lo lamentable porque finalmente para qué quieren tener más arriba, más abajo, más a un lado, quitarse o ponerse para exhibirse como un cuerpo estético, sin valores.

Ante el boom estético que se vive en el estado, muchas mujeres hacen hasta lo imposible para buscar dinero y poderse practicar una operación que las deje bellas.

“Somos 24 mujeres que estamos en esta “cundina”. Yo quería darme una “chaineada”, me invitó una amiga a participar y como la cirugía nos cuesta aproximadamente 70 mil pesos, entonces, cada una aportamos 3 mil pesos mensuales, apenas vamos en el tercer número y dos hijas de mis compañeras ya fueron intervenidas. A mí me tocó el octavo lugar, estoy ansiosa”, revela Cynthia.

Precisa que la mayoría de las intervenciones quirúrgicas que se están sorteando mes a mes son, principalmente, para las hijas de sus amigas.

Dice que en una reunión, de esas del “cafecito”, surgió en la mesa la propuesta de que las que estaban ahí “nos hiciéramos ciertos arreglos, unas sugerían liposucción, botox cosmético, rejuvenecimiento facial, entre otros, pero la mayoría se decidió por lo estético de sus hijas, como aumentar las pompis, disminuir el busto… todas las quieren un maniquí.

Recuerda que cuajó la idea, aunque algunas del grupo no aceptaron y ellas se dieron a la tarea de conseguir el número exacto para poder sacar los 70 mil pesos, ya que a la persona de la idea y quien se encarga de recoger el dinero, la cirugía le va a salir gratis.

“Era la primera, pero le cedió su lugar a una compañera porque su hija cumple sus 17 años en mayo y quiere que ya para entonces sea “una buchoncita”, como le decimos cariñosamente.”

No sé sí sea en broma o en serio -concluye Cynthia-, pero ellas dicen que están haciendo el sacrificio para poner bellas a sus hijas y así conseguirles un buen partido.

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