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“Otoniel”, el poderoso “Chapo” Guzmán colombiano

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BOGOTÁ.- Dairo Antonio Úsuga David, Otoniel, el capo de la droga más poderoso de Colombia, no sólo ha sido el socio principal de Joaquín El Chapo Guzmán en este país. También, según agentes de la Policía Nacional que participan desde hace dos años y medio en su búsqueda, tiene “cierta obsesión” con el narcotraficante mexicano, hasta el punto de que intenta emularlo.

Como El Chapo en su momento, Otoniel es hoy el delincuente más buscado del país.  Y como solía hacerlo el narcotraficante mexicano, el capo colombiano se esconde en la región donde nació, en Urabá, donde cuenta con la lealtad de poblaciones rurales.

Las autoridades saben que Otoniel, jefe del llamado Clan del Golfo, está en algún lugar de esa extensa zona agroindustrial y selvática del noroccidente colombiano, que hace frontera con Panamá y que tiene salida al Mar Caribe. Además, por ella se puede acceder al Océano Pacífico.

Otoniel es un admirador de El Chapo. En los operativos le hemos encontrado DVD’s con documentales sobre la fuga del narcotraficante mexicano (quien se escapó por un túnel del penal del Altiplano en julio de 2015), corridos que le han compuesto a El Chapo y música (norteña) de la que le gusta”, dice a Proceso un analista de inteligencia de la Policía Nacional de Colombia.

Otoniel nació hace 45 años en Necoclí, población del Urabá. A los 16, ingresó a la guerrilla maoísta del Ejército Popular de Liberación (EPL) junto con su hermano mayor, Juan de Dios, alias Giovanny.

Cuando la mayoría de ese grupo insurgente se desmovilizó, en 1991, los hermanos Úsuga David dieron un giro político radical e ingresaron a las ultraderechistas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

En esa organización paramilitar, cuyos jefes dominaron el narcotráfico en Colombia desde la segunda mitad de los 90 hasta finales de la década pasada, Otoniel y Giovanny se encargaron de las rutas de la cocaína en el Golfo de Urabá.

Pese a que las Autodefensas Unidas de Colombia se desmovilizaron entre el 2003 y el 2006, los dos hermanos crearon su propio grupo armado y se convirtieron en las cabezas del principal cártel colombiano de la droga, conocido hasta hace poco como Los Urabeños.

A Giovanny lo mató la Policía en el 2012, y Otoniel asumió el mando de la organización, que tiene presencia en casi todo el país, desde los puertos de Tumaco y Buenaventura, hasta Medellín, Bogotá, Cali y los Llanos Orientales.

Desde luego, su bastión está en la región del Urabá.

“Para Otoniel, Urabá es como Sinaloa para El Chapo. Es una zona de difícil acceso, pero que él conoce muy bien, y donde mucha gente lo protege”, dice un investigador.

En la mira

En febrero de 2015, la policía colombiana lanzó contra Otoniel en esa región una ofensiva nunca antes vista contra un narcotraficante en este país, incluido Pablo Escobar, pero hasta ahora no ha logrado capturarlo.

Esto, a pesar de que mil 200 policías de las fuerzas élite de esa institución trabajan tiempo completo, desde entonces, en la búsqueda del capo.

La operación, sin embargo, ha diezmado al cártel de Otoniel, al que las autoridades identifican desde hace poco como el Clan del Golfo para no estigmatizar el gentilicio “urabeños”.

Hasta ahora, han sido capturados más de 800 integrantes del clan, otros 28 han muerto en enfrentamientos con la policía y al grupo le han decomisado 23 toneladas de cocaína y 66 millones de dólares en bienes inmuebles y en dinero en efectivo.

Otoniel, que ha estado “a minutos” de ser atrapado en las selvas de Urabá, sigue libre y liderando la organización, que cuenta aún con unos dos mil hombres en todo el país.

Como a El Chapo Guzmán y la mayoría de los narcotraficantes, a Otoniel le gusta rodearse de mujeres. La policía descubrió, por ejemplo, que el jefe del Clan del Golfo les pagó cirugías plásticas a tres hermanas de su esposa, Blanca Madrid, para que fueran casi una copia física de ésta. Las tres tuvieron amoríos con él y lo visitaban en las selvas de Urabá.

En medio del megaoperativo en su contra, Otoniel, por quien los gobiernos de Colombia y Estados Unidos ofrecen una recompensa de seis millones de dólares, se dio el tiempo para mandar a componer con un grupo de música norteña un corrido en su honor que habla de “un hombre muy valiente/que igual se llama Otoniel/y lo sigue mucha gente”.

Según la policía, ese corrido fue encargado por el capo “para seguir los pasos de El Chapo Guzmán” porque está basado “en una pista hecha” para el recapturado jefe del Cártel de Sinaloa, quien espera en un penal de Ciudad Juárez que un juez resuelva sobre una solicitud de extradición a Estados Unidos.

Quiere trato político

El narco más buscado de Colombia pretende un tratamiento político como el que se le ha dado a la guerrilla de las FARC y para ello hace llamar a su cártel como “Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC)”.

Incluso, en abril pasado, ordenó un paro armado que logró el cese parcial de actividades en varias zonas de Urabá y los departamentos de Antioquia, Valle, Norte de Santander y la costa caribe.

Y luego de que el acuerdo de paz con las FARC fue rechazado por una estrecha mayoría de votantes en el plebiscito del pasado 2 de octubre, el cártel de Otoniel, con la fachada de autodefensa, convocó a una “jornada especial de paz” entre el domingo 16 y este martes 18.

La organización de Otoniel se comprometió a cesar durante estos días “todas las extorsiones y homicidios y otros qu e generen violencia (sic) contra la población civil”.

Esta es quizás la gran diferencia entre el capo colombiano y El Chapo Guzmán. Que se sepa, el jefe del Cártel de Sinaloa nunca se ha atrevido a pedir que el gobierno lo reconozca como interlocutor político para pacificar a México.

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