•En la última década, en Soledad de Doblado han debido acostumbrarse a balaceras, jóvenes desaparecidos y fosas llenas de cadáveres; la alcaldesa, indolente
•Ernesto Santos Morales, Andrés Ignacio Valero Flores, Andrés Jesús Valero Olmo, Daniel García Tapia y Alberto Guerrero Gutiérrez, cinco de los ocho chicos desaparecidos en Soledad
•Soledad, vuelto un campo de batalla en donde los cárteles se disputan el territorio en medio de un reguero de cuerpos y desaparecidos que no dan cuartel
Veracruz, Tres los jóvenes desaparecidos en Soledad de Doblado, el pasado 22 de octubre, fueron víctimas de sujetos armados que les llevaron por la fuerza. Testimonios hechos llegar a esta redacción, contrastados con las autoridades, coinciden en que se trató de hechos violentos desatados por una célula de la delincuencia organizada entre el 21 y el 25 de octubre.
Hasta el momento de los ocho chicos desaparecidos en Soledad, sólo hay denuncia por cinco: Ernesto Santos Morales, Andrés Ignacio Valero Flores, Andrés Jesús Valero Olmo, Daniel García Tapia y Alberto Guerrero Gutiérrez. Los tres primeros fueron víctimas de grupos de personas armadas que usaron la violencia para someterles. De los últimos día, al primero lo reportaron como ausente el 21 de octubre y al otro, el 25.
Sobre la forma en que desaparecieron estos dos no se sabe, pero Guerrero Gutiérrez es taxista, y su unidad de alquiler, la 29, apareció abandonada en un terreno baldío de la localidad de Vargas, dentro del territorio del puerto de Veracruz, a unos 50 kilómetros de su domicilio. Con estos cinco denunciados, aún falta por presentar querella por otros tres.
Este escenario negativo para los choleños se da en el pueblo del gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, quien en sus últimos discursos ha soslayado la situación para con sus vecinos. Incluso, esto ocurre en pleno operativo lanzado por la Marina, de un mando coordinado para ir por los jefes de la delincuencia en cada una de las regiones de Veracruz. Hasta el día de hoy, no han detenido a nadie, y todo quedó en los dichos y promesas del apagafuegos número uno del Presidente, Miguel Ángel Osorio Chong.
En cuanto a los desaparecidos, en las investigaciones integradas por las autoridades veracruzanas, se tiene que al menos Juan Ernesto Santos Morales, Andrés Ignacio Valero Flores y Andrés Jesús Valero Olmo fueron víctimas de “levantón” por parte de un grupo armado que se trasladaba en varias unidades que buscó a los chicos por colonias de Soledad para encontrarlos y someterlos violentamente ante la mirada atónita de pobladores.
Estas tres víctimas fueron privadas de su libertad, el mismo día, en hechos distintos. Tuvieron toda la impunidad para andar por la cabecera municipal sin ser molestados por la policía municipal de la alcaldesa Martha Utrera Ortega, miembro de la familia conocida como los “Gatachachas”, apodo asociado en otros años a toda clase de negocios ilícitos.
En entrevista con la periodista Denisse Maerker, Luis Ángel Bravo Contreras, Fiscal General, confirmó que los jóvenes desaparecidos en últimas horas fueron sustraídos violentamente, con levantones, como acostumbra la delincuencia organizada.
La familia de Guerrero Gutiérrez lo denunciaron como desaparecido en la carpeta de investigación UIPJ/DXVII/FXI/2384/2016. En la queja se asienta que la última vez que el vieron en casa, fue el 25 de octubre, cuando se despidió para salir a trabajar.
De la violencia en Soledad, hay amplio contexto. Apenas el 16 de agosto pasado, sujetos armados dieron muerte a cinco jóvenes en diversos puntos del poblado en una incursión presuntamente de otro grupo delincuencial que llegó a realizar ajustes de cuentas. Se desconoce si estas acciones han sido realizadas por algún grupo con siglas como Los Zetas o el Cártel de Jalisco, organizaciones con influencia en la zona.
En noviembre de 2009, la Marina dio muerte a Braulio Arellano Domínguez, “El Gonzo”, ex miembro del Ejército Mexicano y fundador del grupo Los Zetas, que en principio eran la escolta del jefe del Cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, y a la caída del capo fundaron su propia organización, y El Gonzo escogió ese pequeño poblado para escondite. La infantería de la Marina le asesinó en un operativo táctico que pudo infiltrar la vigilancia y halcones dispuestos por Los Zetas en la entrada del pueblo, entre ellos, varios elementos de la Policía Municipal que, al fracasar, días después de la muerte de El Gonzo, le hicieron compañía.
El Gonzo, según testimonios recabados por las autoridades en esos años, tenía varios meses viviendo en Veracruz, desplazándose entre el puerto jarocho y Soledad de Doblado mediante discretos pero efectivos operativos de seguridad. El Gonzo llegó a Veracruz para suplir en el cargo a Efraín Torres, el Zeta 14, muerto por sicarios del cártel de Sinaloa durante unas carreras de caballos en la localidad de Villarín, en marzo de 2011, y al igual que ocurrió en Soledad, los Zetas también asesinaron a los policías que les “fallaron”, tal fue el caso de Gerardo Gutiérrez Morraga, comandante de la extinta Policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río, al que mataron por la espalda con otros tres de sus escoltas, en Boca del Río.
“A Monrraga lo mataron por no haber respetado acuerdos con el cártel de dejar libre a los muchachos que tenían en la clínica Mileniun por la balacera en Villarín”, dijo ante la cámara un sujeto que presuntamente era sicario del cártel del Golfo y de los Zetas y cuyo cuerpo, con otra persona, apareció en esas fechas cerca de Televisa Veracruz.
En febrero del 2013, otro hecho violento sacudió a ese municipio: el homicidio contra el ex alcalde panista Enrique Marín Lara. Las autoridades, por este crimen, detuvieron a otras personas, entre ellos, a tres elementos de la municipal y un perito de tránsito del estado, supuestamente, coludidos con Zetas.
Desde entonces abundan las historias de familias desplazadas por la violencia. Las calles de esa ciudad, tranquila en otros tiempos, están poblándose de testimonios de los que padecen la violencia y de quienes mejor han tomado sus cosas para marcharse a otros lugares, lejos de la vulnerabilidad ante la falta de condiciones de seguridad.
A principios del mes, en el municipio vecino de Camarón de Tejeda, la policía encontró los restos de cinco jóvenes, entre ellos la estudiante Génesis Urrutia, originaria de Jáltipan, dentro de bolsas negras. Todos estaban desmembrados, y de uno de los cuerpos, no encontraron la cabeza, pese a que la buscaron insistentemente.
En noviembre de 2011, se detuvo a un sicario que les dio la ubicación de una fosa colectiva en la cual se inhumaron 28 cuerpos, 17 hombres y cinco mujeres, hechos sangrientos registrados en Portezuelos, municipio de Manlio Fabio Altamirano, cabecera unida a unos 20 minutos de Soledad, en la misma área de influencia. La Procuraduría General de la República (PGR) confirmó que dicha fosa, estuvo sin ser mencionada a la opinión pública durante cuatro años, esa matanza se perpetró días después de la de Plaza Américas, donde el Cártel de Jalisco se atribuyó el asesinado de 35 personas, cuyos cadáveres arrojaron frente a Plaza Américas.
Pasados 21 meses de la matanza de Portezuelos, se registró el homicidio de siete integrantes de una familia en Mata Loma, ambas localidades separadas por 5 minutos de recorrido por carretera. Cuatro de las víctimas eran niñas a quienes igual que los tres adultos, les cortaron la garganta. Les encontraron tras dos días de haber sido asesinados, y eso, por el olor putrefacto que se percibía a varias cuadras desde la humilde vivienda, escena del delito.
Pese al hermetismo sobre la matanza en Portezuelos, en cuanto al multihomicidio en Mata Loma de vez en cuando corre el rumor de que la tragedia marcó e la familia por que vieron lo que no debían, cerca de la carretera que conduce a Soledad de Doblado, reforzada la versión por la detención, días antes, por elementos de la SEDENA, de varios pistoleros.
Y para confirmar que en esos rumbos no se puede colaborar con las autoridades, está la desaparición de Giovanni de Jesús Mejía Mendoza, y su amigo, Jesús Llanos Martínez, el pasado 3 de junio de 2013, en Soledad.
“Un día antes él y su amigo estaban trabajando en su talachera, cuando llegaron elementos de la Marina a pedirle que le repararan 16 llantas, los marinos andaban en operativos y tenían varios retenes en la zona, allí estuvieron un buen rato mientras les reparaban los neumáticos, pagaron y se fueron”, cuenta un familiar de Mejía Mendoza, quien en ese entonces contaba con 28 años.
Cuando llegó la noche, sujetos fuertemente armados arribaron a la talachera y se llevaron a dos mecánicos, eran mecánicos. A la fecha no aparecen. Cuentan que la madre de uno de ellos prácticamente es un espíritu que deambula por las calles de Soledad de Doblado en busca de su hijo, siempre tímida, asustadiza, con una foto de su chico entre sus pertenencias, y con la esperanza de encontrarle, recorre morgues y se apura a tener información cuando aparecen ejecutados. Como ella, en esa región, docenas de mujeres y padres buscan a sus desaparecidos sin que haya algún estimado de cuantos ausentes hay o algún padrón para contabilizarlo.