CHIHUAHUA, Chih.- Los habitantes de Baborigame, municipio de Guadalupe y Calvo que colinda con Badiraguto, Sinaloa, llegaron al hartazgo desde hace aproximadamente tres meses, ante el aumento de la violencia causada por la incursión del grupo delictivo de Héctor “El Pinto” Román Angulo, del Cártel de Sinaloa.
Decenas de familias que por años han vivido en esta comunidad, incrustada en el llamado Triángulo Dorado, han optado por salir en busca de mejores condiciones de vida. El grupo de Los Pintos se apropia de predios, quema viviendas y autos, incluso con gente en su interior. El desplazamiento forzado es grave.
Aunque el cultivo y producción de amapola es una actividad que los habitantes de Baborigame han naturalizado, ante el exceso de abusos del grupo delictivo, los pobladores comenzaron a armarse para defenderse. Las balaceras constantes, día y noche, las personas ejecutadas que quedan en el olvido de autoridades y estadísticas oficiales, sobrepasaron la tolerancia de los pobladores.
Los Pintos, el grupo que ha controlado los últimos meses esa región, regresó para intensificar los hechos violentos. Este domingo levantaron al párroco Luis Antonio Salazar de la Torre, de alrededor de 34 años, quien logró escapar de sus captores, pero a quien le quitaron su camioneta pick up, que fue localizada horas más tarde.
Este lunes continuaron los enfrentamientos, los sicarios calcinaron varias viviendas cerca de un peñasco, una bodega y dos tiendas. En el transcurso de la noche del domingo, quemaron dos vehículos, uno de ellos con cinco personas adentro. Los militares destacamentados en el pueblo permanecieron encerrados en su cuartel y salieron apenas el lunes por la tarde-noche.
La descomposición
La situación de inseguridad se descontroló desde 2014 en Baborigame, tras la captura del líder de la plaza en noviembre de 2013, Eusebio Trueba Arciniega, de 44 años, y quien en enero de 2014 apareció muerto en su celda en el Cereso de Parral; aparentemente se suicidó.
Su esposa y familia tuvieron que huir de Baborigame para salvar su vida, porque de acuerdo con testimonios de gente de la región, él tenía el control de ese pueblo y una vez que murió, los familiares fueron amenazados.
Entre febrero y marzo de este año surgió el grupo de El Pinto y, con éste, tres líderes de diferentes pueblos, llamados “El 10”, “El 7” y “El 5”. En Baborigame ha liderado el primero con su pareja “Mimí”, quien a su vez tiene una hija de 15 años que es pareja de otro de los líderes de uno de los poblados ubicado en el municipio de Badiraguato.
Al inicio de este año, Clemencia Molina, quien acopiaba droga –como es común que lo hagan varias mujeres en aquella región– en su negocio para venderla, tomó fuerza en la venta y aproximadamente en abril pasado fue asesinada junto con su hijo de 17 años. Sus muertes fueron registradas como una volcadura en la salida a Guachochi.
Justo cuando ella murió, comenzaron a llegar jóvenes de Sinaloa al pueblo, que junto con otros jóvenes tepehuanos y mestizos, conformaron el grupo a cargo de “El 10” y “Mimí”, que buscan y lograron el control de toda la droga, de la amapola para “El Pinto” Román.
“‘El 10’ y su mujer acapararon, eran quienes controlaban el pueblo sembrando terror. Antes de que mataran a Clemencia, había toque de queda, pero no había tanto abuso. Después de que Los Pintos tomaron el control, pusieron cámaras para vigilar a todo el pueblo. Golpeaban con tablas a la gente que cometía faltas administrativas, como pasarse un alto por ejemplo y todo lo hacían con la presencia del Ejército y de la Policía Estatal. La Policía Municipal no puede entrar ahí, porque apoya al otro grupo (también del Cártel de Sinaloa), pero que está en la cabecera y en otros pueblos”, relataron dos personas de aquella tierra.
El control de ese poblado lo tienen desde hace dos años, pero se intensificó a finales de junio e inicios de julio, indicaron, cuando también prohibieron que la gasolinera del lugar vendiera combustible, se lo llevaban para comercializarlo en otra parte y lo mismo pasaba con los alimentos.
“Cuando mataron a Clemencia y a su hijo, prohibieron rentar el salón de fiestas y el ‘cíber’ de ella. También asesinaron a sus trabajadores. Quemaron una bodega de pastura que era de ella, toda su familia tuvo que huir de Baborigame, esa fue la gota que derramó el vaso”, aseguraron.
Crean autodefensas
La mayor parte de la población no estaba de acuerdo con el grupo de “El Pinto”, por lo que buscaron apoyo con gente de otros lugares para comenzar a armarse. “Todos los días, a todas horas mataban a personas”.
En esos enfrentamientos, con la gente recién armada que se convirtió en autodefensa, murieron varios hombres de Los Pintos y “Mimí” decidió huir. “La gente pensó que estaba huyendo en la avioneta (taxi aéreo), pero no iba ahí, huyó por otra parte; le dieron a la avioneta y desde entonces no lleva pasaje al pueblo”.
Con “Mimí” también huyó un grupo de ejidatarios que apoyaba a Los Pintos y el pueblo recobró la calma por un breve tiempo. A principios de octubre, el grupo proveniente de Badiraguato comenzó a construir pistas en diferentes ranchos para traer alrededor de cien jóvenes sinaloenses.
“Hace un mes y medio comenzaron a bajar avionetas con refuerzos de Sinaloa, son puros jovencitos, se enfrentaron con la gente que ya estaba armada y hubo ocho muertos de Los Pintos, luego huyeron al monte, pero han regresado, roban casas, no dejan en paz a la gente y la están expulsando, se han ido varios maestros”, relata otra mujer de la región.
Los sicarios también caminan entre las rancherías, han despojado de sus viviendas y pertenencias a las comunidades indígenas de alrededor, por lo que los habitantes de Baborigame demandan el auxilio de las autoridades estatales y federales, para que tomen el control del pueblo y alrededores.
La noche del sábado pasado se registró otro enfrentamiento, y el domingo por la tarde levantaron al párroco del pueblo, quien logró escapar de Los Pintos.
“Desde que llegaron los jóvenes de Badiraguato, como llegaron sin carros ni trocas, comenzaron a quitárselos a la gente del pueblo. El domingo pararon a una familia, con tres hijos, pero les perdonaron la vida, les dijeron que sólo querían su vehículo. Los dejaron ir y pasaba otra familia, pero decidieron no pararla. Atrás iba el sacerdote en su troca, lo detuvieron y se lo llevaron a una casa que tienen, de seguridad. Los soldados que ahí están en el pueblo, fueron avisados de lo que ocurría y les ordenaron actuar, se enfrentaron con los sicarios, mataron a uno e hirieron a otro delincuente.
“Entre la balacera, el sacerdote logró huir junto con otros dos hombres que también habían levantado”, refieren.
Los militares llevaron al presbítero a un lugar seguro, donde permanece a salvo, su camioneta fue localizada horas después en el mismo pueblo.
El parte informativo de la Fiscalía General del Estado, indica que el domingo a las 17:00 horas, personal militar perteneciente al 24 Regimiento de Caballería Motorizada de Puebla, con sede provisional en el regimiento de Baborigame, recibió el reporte de privación de la libertad del párroco, quien viajaba en una camioneta Ford doble cabina, de reciente modelo.
Cuando los militares iban por la avenida principal de Baborigame, alrededor de las 19:30 horas, una camioneta pick up blanca se detuvo frente a ellos y descendieron dos hombres que comenzaron a dispararles. Los elementos del Ejército repelieron la agresión y cayó muerto uno de los delincuentes, mientras que otro resultó herido, así como un militar, quien fue atendido en la base militar.
Los delincuentes fueron identificados como gente de “El Pinto” Román. El hombre que murió vivía en Baborigame y fue identificado como Cruz Carrillo Ramos; los lesionados son Luis Villanueva Sánchez, de 17 años, con domicilio en Parral, y Martín Altamirano Salmorán, de 32 años, de la base militar de Baborigame, a quien lo lesionaron en la muñeca izquierda.
De acuerdo con información del destacamento militar, el vehículo del párroco de Baborigame, fue localizado y asegurado en la salida a Guachochi, a la altura de una gasolinera.
A los integrantes del grupo de “El Pinto” Romero les aseguraron un rifle tipo AR-15, marca Cobra, calibre .223, modelo XM15, serie L488708, con un cargador y 12 cartucho; un rifle AR-15, marca Colt, calibre 5.56×45, modelo M16AII con un cargador y 8 cartuchos; una pechera con 5 cargadores; 116 cartuchos calibre .223; una pistola tipo escuadra, marca Colt, calibre 38 Súper, serie 70sc40451, con un cargador y 9 cartuchos; una pistola, tipo escuadra, marca Colt, calibre 38 Súper, serie 70s19225, con dos cargadores y 18 cartuchos; un radio portátil Kenwood serie B1400214; 16 casquillos percutidos calibre .223; casquillos percutidos calibre 9 mm; 3 cascos calibre .308 y un vehículo marca Ford F150, modelo 2001, blanco, sin placas, serie 1FTRW07L61KE25816.