Luego de ser capturado, José Jorge Balderas, alias El JJ, me contó un poco de su vida. Me dijo que antes de dedicarse al crimen, pensaba ser sacerdote y que tenía una empresa de transporte que le pagaba muchos impuestos al gobierno.
La vida como delincuente no le alcanzaba. Esconderse y delinquir le costaba una millonada. Gastaba en tener varias casas como en la que estaba cuando llego la policía por él en Bosques de las Lomas. Camionetas, autos “exóticos” de los que también les gustan a los políticos y algunos adornos colgados, además de las célebres playeras Polo.
Pero el dinero, me dijo, se le iba en pagar a comandantes y policías corruptos más lo que algún funcionario ocupara para un “negocio”. Lo demás en amigos, familia y andar a salto de mata. Era el año 2011. Los nuevos gobernadores de Veracruz, Chihuahua, Quintana Roo y Sonora, estrenaban gobierno y millonarios presupuestos. Negociaban enormes créditos para impulsar “proyectos” y solicitaban, en entusiastas reuniones con sus operadores de finanzas personales, información de casas en Florida, Texas o en la Ciudad de México. Empezaba la ingeniería y la creación de empresas “fantasma”.
¿Qué tanto es tantito para los gobernadores? Aún no lo sabemos.
Las cifras de lo que se investiga son descomunales. 35 mil millones de pesos en Veracruz. La deuda de 23 mil 118 millones de pesos en Quintana Roo, la de 48 mil millones de pesos en Chihuahua y el oscuro destino del dinero en los estados y todos los municipios en el país. Como a El JJ, los millones de pesos perdidos, no se los queda solo un funcionario. Se van por vericuetos complejos que siempre dejan un descarado rastro. El dinero robado puede llegar al extranjero o brincar de un estado a otro y ocultarse por años en una red de complicidades. Después, algo queda, que seguirá siendo mucho para el “moche” o para los invisibles gastos de campaña que, dicho sea de paso, nadie sabe quién se lo queda. Si las maletas de dinero, que viajan por varios estados, se gastan efectivamente en gorras y pancartas.
Hoy se investiga, por ejemplo, cuánto hay en la panza del escándalo veracruzano. La Auditoría Superior de la Federación reportó que sigue la ruta de 35 mil millones de pesos de dinero público en Veracruz. Que con un complejo sistema de mete-saca del presupuesto, desapareció. Se fue. ¡Pum!. Hay 60 denuncias en la PGR por resolver. El dinero robado siempre deja huella.
Los nuevos gobiernos de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo prometieron en campaña meter a la cárcel a sus antecesores. Aunque no puedan hacerlo, les aplaudieron mucho la propuesta. Carlos Joaquín, el quintanarroense, les dijo a dirigentes del PRD que está investigando a Roberto Borge, el exgobernador.
Platiqué con el exgobernador de Quintana Roo en un restaurante de Polanco. Roberto Borge me dijo que está tranquilo, que va y viene de Cozumel a la Ciudad de México. Nada que temer, que no se esconde, pues. Aunque no se cumpla, la oferta de llevar políticos a la cárcel resulta muy redituable.
Tanto, que ya se exportó el modelo. Por primera vez en Estados Unidos, un candidato ofreció castigar a su oponente. Donald Trump, como nuestros gobernadores, sacudió al electorado y a la clase política estadunidense cuando propuso llevar a la cárcel a la “crooked Hillary” nada más convertirse en Presidente. Así, mandar a la secretaria Clinton a prisión. El asunto, prometió el ahora Presidente electo, estará en manos del nuevo fiscal general, que deberá nombrar un investigador especial para la candidata demócrata. Entre las muchas cosas que Trump aún no sabe es que esa es una prerrogativa del Congreso, no del Presidente.
Le sucedió como a los dicharacheros gobernadores que hoy andan sin dinero. Veremos que sucede en Washington y en la Auditoría Superior de la Federación hasta que se pierda el hilo.