•Hartos de la ola de secuestros en Alto Lucero repelieron a sicarios con escopetas para cazar conejos y armadillos
•Nunca imaginaron la ferocidad del enemigo, menos el calibre de sus armas; pero con todo resistieron... hasta morir
•A Tomás lo acribillaron en el interior de su camioneta y a Orlando le desbarataron el rostro y le dieron tiro de gracia
•En el pueblo extrañan a los mejores beisbolistas de la costa veracruzana
ALTO LUCERO, VERACRUZ; 27 de agosto de 2016.- A Tomás Grajales una llamada le avisó que un grupo de secuestradores tomarían la comunidad de El Limón.
El hombre, sin pensarlo, cargó su escopeta para cazar conejos y salió a dar refuerzo; su hijo insistió en acompañarlo. Nunca imaginaron la ferocidad del enemigo, menos el calibre de sus armas. “Ambos murieron como héroes”.
Así recuerda hoy el pueblo de Alto Lucero, Veracruz, a sus integrantes caídos, padre e hijo: Tomás Grajales Rodríguez de 46 años y Orlando Grajales Aguilar de 23, quienes acudieron al llamado hastiado de 120 pobladores. Un mes atrás otra persona había sido plagiada y su libertad estuvo sujeta a tres millones de pesos.
“Nosotros esperábamos un carro o dos, como la primera vez, pero eran un chingo”, cuentan pobladores de El Limón, quienes al ver que los gatilleros los superaban en número diez a uno corrieron a esconderse a sus casas. Intentaron advertir a los Grajales del peligro, pero la señal telefónica impidió huyeran de la inminente emboscada.
Es la introducción que brinda uno de los primos de Orlando Grajales Aguilar. El joven, asegura que la viuda está desecha y temerosa hasta de las cámaras fotográficas. Ofrece su testimonio en espera de que la Fiscalía General del Estado les entregue lo que miles de víctimas solicitan en el estado de Veracruz: justicia.
Dos campesinos que en vida “trabajaron como animales”, que su única diversión fue practicar el béisbol cada ocho días. Tomás, el padre, como pitcher y Orlando, el hijo, como catcher. “Cuando había torneos, se ponían a practicar en el patio de su casa apenas llegaban del rancho. No tomaban, no fumaban. No tenían que haberlos asesinado”.
“EL LIMÓN, EL PUEBLO QUE SE LEVANTÓ CONTRA SICARIOS
Se trató de la tercera parada registrada en la lista de víctimas de plagiarios. El saldo para entonces ya era de seis personas privadas de su libertad; tres en El Embarcadero, una en El Ojital y dos más en El Caliche, Actopan, Veracruz.
El mensaje de alerta llegó a El Limón, más pronto que la asistencia policial de José Nabor Nava Holguín, secretario de Seguridad Pública del Estado. Los habitantes, ya irritados por la avalancha de secuestros en la zona costera, decidieron combatir al convoy de personeros cerrando la entrada del pueblo con una hilera de camionetas y carros de remolque.
Según registros del municipio de Alto Lucero, en los últimos 45 días tres secuestros ya se habían suscitado en menos de 40 kilómetros a la redonda. El primero, en el mes de junio, en la comunidad de Palma Sola; el rescate estuvo pactado por la cantidad de cinco millones de pesos.
El segundo hecho fue en la comunidad de El Limón, en el mes de julio; los secuestradores pidieron tres millones y obtuvieron 700 mil pesos y una camioneta y un vehículo de carga.
El tercer plagio se dio en los primeros días de agosto, esta vez en la comunidad de Santana, se desconoce la cantidad con la que los afectados obtuvieron la libertad de su familiar. Entre las víctimas, personas de entre 23 y 55 años, nadie perdió la vida, tampoco hubo denuncias.
“EL ERROR FUE LLAMARLE A LA FUERZA CIVIL”
Los lugareños, solicitando de manera estricta el anonimato, no descartan un contubernio entre las fuerzas estatales y el grupo de supuestos sicarios. “Tal vez que no pensaban matarlos, pero se dio parte a las autoridades y creemos que esa fue su molestia y asesinaron a todos”.
“Los malos llegaron al rancho y vimos que eran un chingo. Comenzaron a embestir nuestros vehículos y se abrieron paso. A lo mejor ya no les dio tiempo de entrar a El Limón y se desviaron rumbo a Mesa de 24, por allá hay una salida a la carretera 180, (camino federal que atraviesa el estado de Veracruz, que va del estado de Tamaulipas, hasta Quintana Roo, a lo largo de la costa del Golfo de México).
“Desafortunadamente ya le habíamos dicho a Tomás que se jalara para el pueblo a auxiliarnos” se lamenta uno de los entrevistados. Tomás y Orlando Grajales ya habían cargado su armamento de cacería y abordado una camioneta Pointer color gris. Fue en un camino sin salida donde padre e hijo se toparon con la estampida de encapuchados.
Dos vecinos, al ver la inminente emboscada, gritaron a los Grajales desde su azotea que se echaran de reversa, que huyeran. Estruendo que sólo fue percatado por los victimarios y dispararon en su contra. El saldo: una mujer alcanzada por un proyectil en la oreja y un hombre herido por los vidrios que volaron con el choque de la ojivas.
“Pensamos que Tomás murió al instante, porque recibió varios impactos en el cuerpo. Aún así lo subieron a la camioneta con los otros seis que iban secuestrados. A Orlando le pegaron con los rifles en el rostro y a lo último lo mataron con el tiro de gracia”, cuentan los pobladores.
Tragedia que concluyó en la comunidad de Mesa de 24, en el rancho Brazo Fuerte. Allí los gatilleros finaron a los ocho veracruzanos y abandonaron 12 vehículos. Se ignora la manera en que lograron escapar, dado que la entrada al predio es un carril estrecho y cercado por alambres de púas.
De acuerdo con la versión de Manuel Domínguez, alcalde de Alto Lucero, elementos militares y de la Fuerza Civil, acorralaron a los sicarios; sin embargo todos se dieron a la fuga. Al momento, Javier Duarte de Ochoa aseguró que siete agresores fueron capturados. A la fecha, quien ronda por el rancho Brazo Fuerte, ve un camino desolado, lúgubre; tramo carretero que los vaqueros del pueblo prefieren evitar. A escasos 800 metros de la entrada a Brazo Fuerte se aprecian boquetes de alto calibre sobre letreros viales.
“MATARON A LOS MEJORES BEISBOLISTAS DEL ANONO”
Se trata de Orlando Grajales Aguilar, de 23 años. El más tranquilo de la familia, garantiza el familiar ante la grabadora. “Salía con nosotros y le decíamos que se echara una cerveza pero ni eso le gustaba. Nunca te iba a decir puto, pendejo; de los más inocente que te puedas imaginar”.
El joven ultimado, estudió hasta el nivel secundario, su oficio campirano y su amor al Rey de los Deportes lo heredó de su padre, Tomás. En su cuenta de Facebook se le ve presumiendo un potrillo del rancho El Anono, ordeñando las vacas, siempre sonriente.
En otra carpeta de su galería se le ve entusiasmado portando un uniforme de beisbolista junto a su padre. “El buen era el Tomás, Orlando apenas estaba aprendiendo, pero se ve que iba para cosas buenas”, se escucha en los caminos del Anono.
En tanto, Tomás Grajales Rodríguez, de 46 años, lo refieren como un padre de familia ejemplar, dedicado a producir la mejor leche en la zona costera. Él ordeñaba y repartía la leche en cantimploras.
En sus ratos libres chapeaba el zacate, cercaba sus parcelas, todo por dar la mejor vida posible a su ahora viuda y dos huérfanos menores de edad.
Un vaquero presente en la entrevista lo describe a su estilo: “Ese cabrón siempre trabajó como un animal, no tenía descansos, aferrado como ninguno. No pudo disfrutar de su esfuerzo, lo mataron antes”.
Fue así como la muerte y la zozobra visitó al municipio de Alto Lucero, escribe una de las afectadas en su perfil de Facebook. “A la muerte no le importa quién es quién, se llevó a gente buena, gente de campo, trabajadora, noble, sencilla pero sobre todo gente inocente”.
“La impotencia me corroe… las comunidades nunca volverán a ser las mismas, no sólo nos mataron la tranquilidad sino también lastimaron gravemente la esperanza, la balearon. El miedo se respira en estos pueblos y alrededores. Dios recoja en su santo seno a todos aquellos que se fueron y que bendiga a sus familias”, voces indignadas, ante la resaca de una embestida voraz en el gobierno del priista, Javier Duarte de Ochoa.