El caso de Fanny, quien fue entregada a Los Zetas, pasó por los gobiernos de los hermanos Moreira, la extinta AFI y la Seido, incluso hubo un año en que el expediente se perdió.
Silvia Stephanie Sánchez Viesca tiene 27 años y desapareció en Torreón, Coahuila, hace ya casi doce años, cuando fue levantada por tres hombres en una camioneta, quienes la entregaron al cártel de Los Zetas.
Eso indica la investigación que realizó la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido), de la Procuraduría General de la República (PGR).
El papel de la procuraduría de Coahuila fue limitado, pues no aportó datos que llevaran al rescate de la joven, incluso la dio por muerta durante algún tiempo para después revivirla.
“Hija, estamos luchando contra un monstruo, una adversidad muy grande”, le manda decir su padre Óscar Sánchez Viesca, quien confía en que ella, de algún modo, de alguna manera fortuita, pueda escuchar su mensaje. “Estamos seguros de que te vamos a encontrar”.
NI NOVIA NI AMANTE DEL "LAZCA"
“El día que desapareció mi chaparra tenía 16 años y dos meses de edad, era una joven introvertida, asediada constantemente por su aspecto físico. Tenía muchos deseos de ser pediatra”, describe Silvia Ortiz, su madre. Su casa es una modesta vivienda rentada en Torreón, ya que la propia se perdió junto con los autos vendidos para financiar la búsqueda de su hija.
En la sala hay fotografías de Silvia Stephanie y un retrato compuesto (elaborado por computadora) que muestra una proyección de cómo sería actualmente. De la foto principal —donde aún era quinceañera— cuelga un rosario que simbólicamente la cuida. Y arriba de ella, esperando, aguarda su muñeca preferida envuelta en plástico.
Fanny, como le decían sus amigos, acudió la tarde del 5 de noviembre de 2004 a un evento deportivo escolar. Al salir fue a casa de una amiga, donde pidió prestados dos pesos para el pasaje de camión. A las ocho y media de la noche la miraron caminar hacia la parada del autobús, cerca de una cantina que, esa noche, fue reinaugurada como table dance.
“Nunca llegó a la parada... Una llamada anónima nos dijo que una camioneta con tres tipos la subió a la fuerza”, narra Silvia. El dato fue confirmado dos semanas después gracias a los perros de búsqueda que alguien prestó para encontrarla; corroboraron que el olor de Fanny desaparece en la avenida Juárez.
En esta búsqueda imparable, Silvia y Óscar se convirtieron en detectives y policías que aportaron información a las autoridades, auxiliados por amigos, civiles, llamadas sin nombre y recados anónimos por Facebook.
“Jesús Ramón Ruelas García, alias Moyo o Chuyín, es el principal sospechoso de haberla levantado. Él es sobrino de Rodolfo García Vargas, alias El Rudy, contador de Los Zetas en Laredo, quien, a su vez, era el dueño del table dance que esa noche inauguraron.“La hermana del Rudy es María Concepción y administra varios tables en las ciudades de Escobedo, Monterrey y Tamaulipas. Supimos que El Rudy, en pago de una mala obra que hizo a Los Zetas, les entregó a mi hija”, explican.
Hubo otros datos que llegaron a destiempo. Por ejemplo, integrantes del grupo antisecuestros de Coahuila confesaron dos años después que sí localizaron a Fanny, pero que su jefe (involucrado con ese cártel) les impidió recuperarla.
Otros aseguraron que altos mandos desviaron la investigación por dinero, y alguien más señaló que un comandante, René de León, no buscó a la adolescente porque era amante de María Concepción.
La verdad más dura llegó en 2007, cuando la comandante Estela Sánchez, de la entonces AFI, les informó: “Señora Silvia, nos dicen que a su hija la tiene el 3”. “¿Qué es el tres, tres qué?”, preguntó. “El Z-3, Heriberto Lazcano”
En 2010, la entonces fiscal de víctimas de trata, Alicia Pérez Duarte, retomó el tema y ante la prensa resumió así la historia de Fanny: “Una niña menor de edad fue sacada de su medio para ser concubina de una bola de mafiosos”.
Lazcano, informó el gobierno federal, murió en octubre de 2012 en un enfrentamiento con elementos de la Marina en Progreso, Coahuila. En esa coyuntura, El blog del narco difundió una fotografía en la que presuntamente aparecían él y su novia, Fanny.
Lo que dio pie a un reportaje publicado con el título “La niña a la que El Lazca hizo su novia”.“No era mi hija —rebate Silvia—, te lo puedo afirmar porque yo hablé con la muchacha, la encontré, está viva y me confirmó que el hombre a su lado tampoco es El Lazca”.
VÍCTIMA DE TRATA
Tras la muerte del capo, la última información recibida fue por una llamada anónima. Una mujer confirmó que Fanny seguía viva. “Yo estuve a su lado, nos tenían en una casa donde llegaban políticos, militares, federales y hasta sacerdotes y el producto éramos nosotras. Logré escapar, pero su hija no pudo, era la mujer de cama de El Lazca, él la eligió, solo él la podía tocar y ahora está muerto”, le dijo.
“¡Estoy frita!”, grita Silvia. “Si Lazcano ya murió, ¿dónde está mi hija? Siento que estoy parada en una roca y alrededor hay un abismo donde no puedo avanzar. Lo único que me queda es seguir buscándola, ella es víctima de trata, todo ha ocurrido contra su voluntad”.
El caso pasó por las administraciones de los hermanos Moreira, la extinta AFI, la Seido y la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, donde se encuentra ahora.
Incluso hubo un año en que el expediente desapareció. “¡Nos fregamos con los cambios de gobierno! Hay que empezar de cero cada vez que llega alguien nuevo y pide tiempo para ver el expediente”, resume Óscar.
Hoy, El Moyo y María Concepción siguen libres. El Rudy fue encontrado muerto en 2011 en el Distrito Federal. El comandante Enrique Ruiz Arévalo, quien inició la averiguación del caso, fue levantado y asesinado en 2007. Y el comandante René de León trabaja en Monterrey ofreciendo servicios de seguridad privada.
“¿Tú crees que tengo miedo? ¡Por favor!”, reta Silvia en el único momento en que llora con impotencia. “¿Tú me puedes decir qué le hicieron a mi hija? ¡No se la llevaron para jugar a las muñecas! ¡La violaron! ¿Y tú crees que ella no lloró, no gritó, no sufrió y no sé qué está pasando ahorita?”
La larga espera del matrimonio Sánchez Viesca Ortiz, paradójicamente, se ha convertido en trabajo positivo con la formación del grupo civil Víctimas por sus Derechos en Acción (Vida). Ellos recorren semanalmente el desierto de Coahuila buscando fosas y encontrando restos óseos de personas desaparecidas entre 2005 a 2013.
“Si mi hija logra ver este reportaje, que sepa que la amamos, que la estamos buscando. ¡No vamos a parar, chaparra! ¡Si puedes, comunícate, manda una señal, hazlo!”, le dice esperanzada su madre, quien no descarta la posibilidad de que Fanny pueda ser liberada por sus tratantes cuando su edad ya no sea atractiva para ese tipo de clientela. El mensaje de su padre no es menos sentido. “Solo quiero decirle a mi niña que nos perdone por tanto tiempo de no encontrarla”.
Teresa Ulloa, quien asesora jurídicamente a Óscar y Silvia, es también directora regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe AC (Catwlac). “En el caso de Fanny hay una serie de fallas. Una niña de 16 años no se va por gusto con Los Zetas. Aquí lo importante es localizar a esta joven. Si El Lazca está realmente muerto, eso me daría más miedo, porque seguramente Fanny tiene información que pone en riesgo al grupo delictivo, lo que implica que no la dejarán regresar. Y si no se la entrega el cártel a otro de los jefes, la pueden matar. Mientras sus padres no se rindan, seguiremos buscando nuevas líneas hasta que alguien nos diga: vimos a Fanny”.