Cuando Javier conoció en su juventud las playas de Alvarado en Veracruz sucumbió ante sus enigmas. Kilómetros y kilómetros de arena bañados por el sol, médanos en donde no nace la semilla que cae, pero que brindan sublimes atardeceres cuando el sol agoniza. Javier comenzó a soñar con una casa en esa zona.
Cuando tuvo la oportunidad, la compró. Entrado en los 40 años, con una familia formada, su esposa y su hija, habitualmente viajaban de su natal Querétaro a descansar en vacaciones a la casita de playa que adquirió en el poblado de Salinas, que cuenta con mil habitantes, ubicado a unos 40 minutos del puerto de Veracruz.
A todos sus conocidos les hablaba del paraíso terrenal que poseía cerca de la ciudad de Veracruz. Era una pequeña cabaña que poco a poco fue agrandando en un terreno que consiguió frente a las aguas del Golfo de México.
Agua de mar, el manglar, el marisco fresco, los ostiones de la laguna de Alvarado, gente dicharachera y afable. Javier lo tenía todo. Se sentía completamente realizado y poco le importaban las noticias sobre la violencia en la vecina zona conurbada Veracruz-Boca del Río.
Pero la verdadera cara de Veracruz se mostró ante Javier. En septiembre de 2016 fueron reportados como desaparecidos cuando regresaban del Festival de la Cerveza, que se celebró en el puerto jarocho.
Desapareció la hija, Karen Navidad Sánchez Pérez, de 19 años, estudiante de una escuela marista; la madre, María Dolores Pérez Reséndiz, de 46 años, ama de casa; y el padre, Javier Sánchez Jiménez, de 46 años, dueño del grupo “Área 51” y empresario dedicado a amenizar fiestas, montar escenarios e iluminación a gran escala.
La familia era originaria del municipio de Colón, Querétaro, y visitaban su casita en Salinas por lo menos tres veces al año, cuenta Brenda Rangel Ortiz, presidenta de la organización Desaparecidos-Justicia AC del mismo estado, pero desde el 3 de septiembre de 2016 no se supo nada de los tres.
Ahora las autoridades veracruzanas ubicaron a los tres queretanos entre los 47 cadáveres desenterrados este fin de semana, de ocho fosas clandestinas, en un rancho colindante con la laguna de Alvarado, en el poblado de Arbolillo, a escasos 10 kilómetros de Salinas, donde Javier Sánchez estaba en proceso de convertir su cabañita en una finca y quizá, en el futuro, traer a más paisanos, a la familia completa, para disfrutar de la paz de las playas veracruzanas. Qué equivocado estaba.
SE ENTERARON DE LA PEOR MANERA
El pasado domingo por la tarde, el Fiscal Jorge Wínckler Ortiz, dio a conocer en rueda de prensa que la fosa encontrada arrojó casi medio centenar de nuevas víctimas que se suman al conteo fatal que inició en agosto pasado en la fosa de Colinas de Santa Fe, contigua al puerto jarocho, de la que han sido rescatados 250 cuerpos de personas que presuntamente fueron asesinadas por delincuentes con la protección de autoridades a niveles insospechados.
Entre los detalles confirmó el hallazgo de los cadáveres de Baruch Grajeda García e Isaías Jácome, ambos desaparecidos en distintos eventos violentos en 2016 durante el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa, así como de la familia queretana que había venido a vacacionar al estado, reportados el pasado 3 de septiembre ante autoridades ministeriales veracruzanas. Wínckler aseguró que se le practicarían numerosos exámenes periciales a esos restos para identificarlos y entregarlos a sus familiares; sin embargo, no expuso cómo estaba tan seguro de que los queretanos estaban entre esos restos.
Brenda Rangel Ortiz, del colectivo Desaparecidos-Justicia AC del estado de Querétaro, al que están agregados los padres de los tres desaparecidos, condenó la forma en que el Fiscal veracruzano dio la noticia de la fosa de Arbolillo, sin haber consultado antes con sus seres queridos que los están buscando y que ahora están severamente afectados pues se enteraron del caso por las noticias que comenzaron a circular en Colón.
“Los papás de ellos son personas de la tercera edad, no contaban con apoyo de algún psicólogo aunque sea y se pusieron muy mal, ahora están desesperados, se quieren ir a Veracruz para confirmar sí son sus seres queridos”.
Reiteró: “Nos preocupa, porque resulta que dan por hecho que al encontrar unas credenciales, con eso se basan en decir que pueden ser probables que estén en las fosas de Alvarado, sin hablar con la familia; independientemente de eso no han hecho un cotejo de ADN, no les han hecho las pruebas ni siquiera; acabo de hablar con el Fiscal, no tiene certeza de tener las pruebas de ADN de las familias y si no están se las tendrían que volver a tomar. Ni siquiera tienen una certeza que los cuerpos que estaban ahí sean esa familia. Esto es muy grave que lo den por hecho”.
LA DESAPARICIÓN
Los tres desaparecidos de Querétaro, dice la acompañante Brenda Rangel Ortiz, quien también busca a un hermano desaparecido en Coahuila desde hace varios años, “eran una familia común y corriente, con sueños y aspiraciones, cada que podían ir a Veracruz, lo hacían a su casa de descanso. El señor es un hombre que tiene sus empresas y un grupo musical muy conocido en la zona donde vivían, la esposa es ama de casa y la chica entregada a su escuela, no sé porque alguien hubiera querido hacerles daño” dijo la activista.
La familia queretana sumaba ya varios meses yendo y viniendo al estado de Veracruz para temporadas de asueto, en esta ocasión, por el festival de la Cerveza, al que sólo acudieron un día, no se sabe en qué trayecto del viaje desaparecieron, sólo que al salir del festival en Veracruz ya no llegaron a Salinas. Sus seres queridos los comenzaron a echar de menos conforme pasaban los días y ellos no se reportaban, por lo que acudieron a Fiscalía de Querétaro para tramitar el reporte de desaparición, pero no se los quisieron tomar, menos acudir al sitio en donde presuntamente desaparecieron. “Es algo muy complicado este tema, además, mucho peor, porque fue en Veracruz y las cosas siempre están mal allá” dijeron en la Fiscalía de Querétaro a quienes comenzaron a buscar a los tres ausentes.
Este caso fue uno de los últimos que tocó al ex Fiscal general Luis Ángel Bravo Contreras, cuyo personal no avanzó en las investigaciones. La carpeta en donde se encuentran los hechos, 96/2016, de la Fiscalía de la Ciudad de Alvarado se encuentra en ceros, dice la activista, ni siquiera sacaron la sábana de llamadas para, por lo menos, contar con más pistas sobre el destino de la familia antes del anuncio de que aparecieron en los entierros de Arbolillo.
A su parecer, esta Fiscalía sigue manteniendo al personal que cometió los mismos atropellos que en el pasado, pues “se rompen todos los protocolos en este caso, el Fiscal General sale a afirmar algo sin mayores pruebas, sólo se basa en el hallazgo de unas credenciales, y que no contaban ni siquiera con las pruebas practicadas a los familiares de los desaparecidos de Querétaro; quedó el Fiscal en llamar por teléfono para avisarme en cuando se sepa si tienen o no las pruebas, si no se tendrán que volver a hacer” dijo.
Padres de desaparecidos en Veracruz indicaron que ya tenían noticias de que en Alvarado posiblemente había una fosa importante y que los cuerpos no fueron llevados a su destino final por tierra o en vehículos convencionales, sino en lanchas.
“Sabemos que los pueblitos de alrededor a esta laguna de Alvarado, Mosquitero y Rincón de la Palma, los pescadores viven aterrorizados porque los ponían a trabajar en estas labores, les dotaban de gasolina y buena paga para recoger “los paquetes” que eran entregados a las afueras de Veracruz, que también tiene lagunas y ríos, y posteriormente eran traídos acá. Ahora lo entendemos todo”, dijo un padre del colectivo, quien omitió su nombre.