Alguna vez los narcotraficantes eligieron casas y lujosos condominios. Hoy, para mejor invisibilizarse, prefieren colonias más populosas...
A las tres de la mañana, grupos tácticos de la Sedena y la Agencia de Investigación Criminal cerraron el paso en Prolongación Tajín, en la alcaldía de Benito Juárez.
Personal de ambas dependencias llevaba más de un mes vigilando el número 873, una casa de tres plantas y dos entradas, en la que vecinos de Residencial Emperadores habían detectado movimientos extraños.
Llegada de vehículos, entrada y salida de hombres con fuerte acento del Norte.
Los efectivos federales montaron un puesto de fritangas en la esquina de la calle. Emplearon mil recursos, según dicen, para tratar de determinar qué ocurría exactamente en el domicilio.
A principios de octubre, mientras la puerta del garaje permanecía abierta, un hombre bajó de una camioneta Duster con una bolsa de plástico negro en la mano.
Esto les permitió obtener una orden de cateo para buscar indicios relacionados con delincuencia organizada, delitos contra la salud, operación con recursos de procedencia ilícita y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
El operativo culminó con la detención de seis personas. El domicilio era un centro de operaciones del Cártel de Sinaloa, ubicado a solo unas cuadras del Parque de los Venados.
En maletas, atados con ligas de colores, había 900 mil dólares, 4.7 kilos de marihuana, 2.3 kilos de “crystal”, 7 kilos de cocaína, así como armas y cartuchos. Una de las armas aseguradas era una 15.57, de las llamadas Matapolicías.
Según las autoridades, el líder del grupo era un sinaloense de 25 años, Michel Alex “N”.
El dinero iba a ser enviado a Sinaloa, donde lo aguardaba un miembro del Cártel del Pacífico. Entre los detenidos se hallaba un personaje contratado por el grupo para fabricar “clavos” o compartimientos secretos en vehículos y domicilios.
Los federales hallaron uno de esos “clavos” en una de las habitaciones: para abrirlo había que meter un cargador de teléfono celular en un enchufe determinado. El cargador era, en realidad, una llave que permitía abrir una compuerta empotrada en el piso. El grupo empleaba dicho compartimiento para guardar dinero y droga.
Había “clavos”, también, en dos de los vehículos asegurados. Para abrir el compartimiento, explican agentes de la AIC, había que encender el motor, poner en marcha los limpiadores y oprimir un botón que se hallaba en el asiento del copiloto. “Si no se cumplía con alguno de estos requisitos, no había manera de abrir el compartimiento”.
Hace unos meses, una denuncia ciudadana llevó a la Policía Federal a dos inmuebles de la colonia Narvarte. Los vecinos habían reportado la presencia de gente armada. Los agentes realizaron un operativo simultáneo. Cuatro personas fueron detenidas al salir del primer inmueble; a cinco más las aprehendieron cuando circulaban por la calle Casas Grandes, armadas, y a bordo de dos vehículos.
Les hallaron dos maletas con marihuana, 7 kilos de cocaína y 2.3 kilogramos de “crystal”. Los detenidos llevaban consigo seis armas. Uno de ellos poseía un pasaporte estadounidense; otro, colombiano.
En noviembre del año pasado, Nazario “N”, alias El Big Papa, fue aprehendido por la PGR a las afueras de una taquería en Narvarte. Se hallaba en la lista de los criminales más buscados por la DEA. El gobierno estadounidense lo acusaba de haber introducido nueve toneladas de cocaína del Cártel del Golfo en ese país.
El Big Papa había escapado de un operativo federal en Bustamante, Nuevo León. Su rastro se perdió.
Hasta que fue ubicado en una colonia de la entonces delegación Benito Juárez, en la que procuraba mantener un perfil discreto.
Los agentes que tomaron parte en la detención de los seis habitantes de Tajín 873 dicen que los integrantes de este grupo del Cártel de Sinaloa procuraban no llamar la atención de sus vecinos. Salían poco, de vez en cuando a comprar tacos, algunas veces a comprar ropa en centros comerciales, y los fines de semana a bares y restaurantes de nivel medio, acompañados por amigas.
Llevaban un año habitando ese inmueble.
Alguna vez, los narcotraficantes eligieron casas y lujosos condominios en Interlomas, Santa Fe, Polanco y El Pedregal. Las autoridades aseguran que hoy, para mejor invisibilizarse, prefieren moverse en colonias más populosas. Entre ellas se encuentran la Roma, la Del Valle y Narvarte.
En todos esos sitios han sido aprehendidos sicarios y operadores de los cárteles.