La detención de El Mayo Zambada que estuvo a punto de concretarse el domingo 26 de agosto, habría dado un trofeo importante al gobierno de Enrique Peña Nieto, aunque no afectaría demasiado las actividades del Cártel de Sinaloa.
Según las fichas del gobierno federal, El Mayo, el narcotraficante más antiguo de México, posee gran peso en la constelación de organizaciones que integran dicho grupo delictivo. Pero se trata, en todo caso, de un peso político. Hoy el verdadero control está en manos de otra persona.
Aureliano Guzmán Loera, apodado El Guano —y hermano mayor del célebre narcotraficante que se encuentra preso en Estados Unidos, El Chapo Guzmán.
Mientras su hermano reinaba en el submundo criminal, El Guano se mantenía en la sombra. No existía para los medios. Prácticamente no se hablaba de él.
En el tiempo en que El Chapo estuvo preso se puso al frente de la organización criminal, que había quedado sin su cabeza más visible, y se encargó de asegurar la hegemonía del Cártel de Sinaloa en una de las mayores zonas de producción de amapola: el llamado Triángulo Dorado.
Al Guano se le conoce por su ferocidad. Dos hechos lo pintan de cuerpo entero.
Según las autoridades, en octubre de 2016 ordenó el ataque al convoy militar que trasladaba, herido, al jefe de seguridad de los hijos de El Chapo: Julio Oscar Ortiz Vega, alias El Kevin.
Para rescatar al guardaespaldas de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, El Guano envió un ejército de gatilleros (más de 50) que viajaron a bordo de camionetas de redilas blindadas. Iban cargados de granadas y armas largas calibre .50: interceptaron el convoy en una carretera, mataron a cinco militares, dejaron heridos a once, y se llevaron al Kevin (que apareció asesinado tiempo después en un estacionamiento de Culiacán).
El segundo hecho que se achaca a El Guano es el asesinato de su medio hermano, Ernesto Guzmán Hidalgo. Según la historia conocida, El Guano acusó a Guzmán Hidalgo de haber filtrado la información que provocó la captura de El Chapo.
Sin parar en consideraciones de sangre, fue ordenada su ejecución. Guzmán Hidalgo fue localizado en Bacacoragua. Sus captores le cortaron el dedo índice y lo torturaron salvajemente.
Lo hallaron esposado, boca abajo, con los pantalones en las rodillas, y tendido sobre una bolsa de plástico negro. Según las autoridades era el contacto de El Chapo con narcotraficantes de Sudamérica.
Además de ser medio hermano de los Guzmán Loera, Guzmán Hidalgo era abuelo de Alfredo Beltrán, El Mochomito (hijo del narcotraficante del mismo nombre, apodado El Mochomo: uno de los tres jefes del Cártel de los Beltrán Leyva).
El hecho recrudeció la guerra entre los Beltrán y el Cártel de Sinaloa.
En junio de 2016, como se sabe, 150 encapuchados fueron enviados a asaltar el rancho de El Guano en el poblado de La Tuna —donde vive la madre de El Chapo, Consuelo Loera Pérez.
Era la venganza de El Mochomito por la muerte de su abuelo.
El rancho fue saqueado y la madre de El Chapo maltratada.
Esto desató una serie de choques en la sierra de Badiraguato. Un solo enfrentamiento dejó nueve muertos.
Más tarde trascendió la versión de que al encontrarse con El Guano, El Chapo lo abofeteó. Por haber autorizado el asesinato de su medio hermano, y por recrudecer el pleito con los Beltrán.
El Guano regresó a su lugar en la sombra durante el tiempo en que El Chapo se fugó del Penal del Altiplano y se mantuvo prófugo de la justicia.
Las autoridades dicen que eso terminó con la extradición del fundador del Cártel de Sinaloa. Que El Guano controla la mayor parte de esa organización criminal, que hoy disputa a muerte… nada menos que con sus sobrinos: los hijos de El Chapo.
“El Mayo no importa: El Guano es el jefe”, aseguran en el gobierno federal.